Bruto y bohemio. Rezo oraciones en tu nombre y como merced tuyo, deseo cada noche permitirme vivir por y para ti, desenvolverme entre lo prohibido que ocultas y morir por la ricura de tus manos.
Yo soy un hombre ordinario, pero cada célula que me compone, cada fragmento de mente y alma perdida es de tu pertenencia, de forma tan irracional e ignorante, te pertenezco. Permítete quemarte con la cera que desborda mi piel cada vez que tus labios la tocan y sea consciente que su cuerpo será siempre un ciervo firmemente fiel.
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