Era el comienzo del verano, no hay clases en la universidad y nada mejor que un viaje en carretera hacía las montañas.
— ¿A qué hora volveremos?
— Debemos regresar antes de que sea de noche.
El vacío de la mano de 2 personas en medio de la nada diciéndo: "Estamos solos..." para luego optar por escoger la música más adecuada para la continuidad del viaje.
Se acercaban a las paradas por combustible y a la presencia de nuevas canciones para escuchar, como si todo fuese eterno.
Sin embargo, la última orden de comida les indicaba que sólo era pasajero.
El final del viaje llegaba con menor distancia en la última casa, la del conductor.
Las últimas palabras intercambiables fueron tan sólo un gracias y unas buenas noches a la par de la promesa de hablar al día siguiente.
Quizás anhelando un próximo viaje.
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