vestigios
de un pasado
desarmado
entre lamentos
y vasos vacíos
desaciertos
a medio hacer
me drenan
frenando al final
solo para torturarme
alargando la figura
de la rosa negra
de los prados incinerados
las acacias
me ven partido
sin forma
levantándose sobre mí
la voluntad quebrantada
que se aferra
a la noche
y a la luna
con sus augurios
temblorosos
que dictan los caminos
de los amantes
que no se encuentran
en sus brazos
extrañas caricias
desdibujadas
entre tus labios
y mis delirios
entre el rocío que golpea
mis hombros
tus ojos
cuál raíces
se entierran en mí corazón
embalsamado
que no late
solo se retuerce
convulso
entre una duda
y una certeza
me despierto súbito
entre el calor olvidado
y los últimos fríos
encontrando tus versos
debajo de mí ventana
alicaído de buscar
el canto de la calandria
no puedo dejar de buscarlo
aunque solo queden
vestigios
y ese olor a cigarrillo
que tanto me gustó
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