mobile isologo
buscar...

Versículos del deseo

JARM

Abr 21, 2025

82
Empieza a escribir gratis en quaderno

Versículos del deseo

Te acercaste
como quien ha leído todos los mapas,
pero quiere inventar uno nuevo,
uno que solo existe entre mis muslos
y el temblor de mi espalda.

No me preguntaste el nombre,
ni el rumbo,
ni si había faros encendidos en mis costas.
Solo llegaste,
y tu presencia
era orden y naufragio al mismo tiempo.

Te deslicé la piel
como quien entrega una tierra fértil.
Me miraste
como quien decide dónde hacer la primera incisión.

Y entonces susurraste,
sin titubeos,
que ibas a estallar sobre el mapa de mi carne,
que ibas a marcarme con tu fuego,
justo donde mi piel
se rinde al mandato de tu deseo.

Y lo hiciste.

Con tus manos
me trazaste rutas que no conocías.
Abriste caminos en mi cuerpo
con la paciencia cruel del conquistador
que no tiene prisa,
porque sabe
que la rendición es más dulce
cuando se hace esperar.

Yo no huí.

Te ofrecí mis límites
para que los sobrepasaras.
Te ofrecí mi silencio
para que lo llenaras de jadeos.

Tu lengua era brújula,
tu voz, decreto.
Y cada lugar que tocabas
se convertía en ley.

Me doblaste
como quien pliega un secreto
entre páginas húmedas.
Me diste la vuelta
y, sin palabras,
reclamaste mis lunas
como si fueran tuyas desde siempre.

En ese instante entendí
que hay placeres que no se piden,
se imponen.
Y gocé la violencia dulce
de tu mandato.

No es muy suave.
Quise vértigo.
Quise tu boca dictando sobre mi piel
los versículos del deseo.
Quise ser leído en voz alta,
mordido en los márgenes,
lamido como un himno pagano
escrito con sudor.

Te movías en mí
como si supieras el destino,
pero te perdías a propósito en cada curva,
como quien juega a desorientarse
para sentir más.

Yo, cuerpo abierto,
era continente dispuesto a arder,
a que mi geografía se incendiara bajo tus órdenes.
Y tú, viajero sin compasión,
me recorriste
hasta quedarte a vivir
en el centro de mi temblor.

El sabor a mar se quedó en la piel,
como un eco que ya no sabe
si pertenece al viento
o a la carne que lo olvida.

El cuerpo, aún ardiente,
se halló vacío,
y las sombras que antes tejían rutas
se disolvieron en la niebla,
como huellas perdidas en el agua.
Todo se escurría
como el último suspiro de una estrella
que aún titilaba
pero ya no alcanzaba el cielo.

El aire, denso y lejano,
se enredaba entre mis dedos
sin saber si se retiraba
o se quedaba a habitarme,
y la silueta que creí conocer
se desdibujaba
en la curva de un sueño
que nunca toqué.

JARM

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión