Alejandro. Que Verónica te llora cada que te vas y se le muere el corazón no era secreto para nadie, ¿cómo no lo supiste en cada beso? Si en cada adiós te pedía dos más. Verónica corre persiguiendo el tren, y nunca lo alcanza pero siempre sonríe hasta el final; que la guerra real la tiene ella en los labios faltándole las palabras mientras no estás. Alejandro, Verónica quiere amarte por completo sin contar los días ni los besos.
Era preciosa, destacando en la estación con la elegancia que sólo podía portar la hija de Aurora; Verónica tenía ojos negros y hacía cosas que las otras damas no entendían. No hablaba, pero al hacerlo era como canción de montaña color carmín; con el espíritu colgándole en la lengua y las estrellas en las mejillas. La hija de Aurora era brisa de otro continente, continente de amor y esperanza que no podría ser descubierto por ningún otro que no fuese su Alejandro. Y ojalá la vieras, cantando en el jardín mientras riega las rosas o pasando por la puerta trasera de la biblioteca durante las noches, porque necesita leer historias y vivir en las plantas mientras te espera. Muere primero la nieve del suelo, y no llegas, Alejandro... Pero Verónica no te suelta, porque siempre se prometen otro beso, otro beso y un altar, con la preciosa Verónica vestida de blanco y un Alejandro que sí sobrevivió a la guerra, deseando volver a la estación de tren para darle dos besos más.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión