Ahora logro entender por qué Nana insistía tanto en la belleza del verde.
Algunas veces, hablaba horas describiéndome los árboles.
Eufórica, gesticulaba e intentaba hacerme entender todo lo referente al tamaño y la forma del tronco, las diferentes formas que podían tener las hojas, las variantes en las ramas, incluso la diversidad de colores. Pero ella siempre insistía que, a pesar de ser el más común, para ella el más hermoso color en las hojas de los árboles era el verde.
Algunas veces yo, como cualquier adolescente, empachado de escuchar la misma cantaleta, me excusaba y la dejaba allí, con su repetida descripción a medias, con sus enormes ganas de contarme e intentar transmitirme de alguna forma, la belleza de un árbol.
Mi nombre es Eneas, según decía Nana tengo 15 años, a pesar de mi aspecto mayor. También decía Nana que esto se debe a que mis padres, ambos, eran personas de muy buen porte, altos, robustos y elegantes.
Eso decía Nana. No los conocí. Ambos fallecieron en la última gran guerra, y yo quedé solo con ella, hasta que se fue a su último viaje el año pasado, luego de darme tanto amor que estoy seguro me alcanzará para lo que me quede de vida.
Corre el año 3.674, es el mes de julio, más o menos la mitad del mes, nunca estoy muy seguro de las fechas.
Según he estudiado, especialmente a través de relatos transmitidos de generación en generación, hace poco más de siglo y medio ya muchos habían imaginado un futuro mundial no tan esplendido.
Supe que ya para ese tiempo la realidad de gran parte de la población no era lo que se pueda decir placentera.
Muchos intentaron crear la posibilidad de un futuro mejor para todos por igual, pero llegó un punto en que fue demasiado evidente que esta tierra alcanzaba para que todos pudieran vivir bien, pero no para la ambición desmedida de algunos.
Empezaron a sucederse los desacuerdos entre naciones, las guerras por recursos naturales y poder, los levantamientos sociales de los grupos más desposeídos.
Al mismo tiempo, lamentablemente, la tierra se vengaba del abuso al cual era sometida, terremotos, huracanes, plagas, inundaciones, sequías. Todo lo cual trajo escasez de recursos básicos como el agua, e incluso de alimentos, junto con enfermedades, plagas y desplazamientos de poblaciones enteras.
A falta de acuerdos o justicia, mis antepasados empezaron a hacer lo que, lamentablemente, los humanos sabemos hacer muy bien, destruir todo aquello que no podían poseer.
La destrucción fue lenta pero sostenida, se llevó todo, incluso lo que quedaba de naturaleza.
Fuimos, de una guerra a la siguiente y, ante la ausencia de creatividad, cada nueva guerra al finalizar termina como la llamada "gran guerra", con la esperanza, creo, que fuera la última.
Cuando Nana se fue y quedé solo, decidí recorrer el mundo, o lo que queda de él. Dispuesto a acumular aquello que, incluso ahora, nadie puede arrebatarle a otro, luego de haberlo obtenido, experiencias y conocimiento.
Hoy, estoy en lo que un día fue llamado la selva amazónica, uno de los 2 o 3 lugares en el mundo en donde aún crecen los árboles. No es un lugar particularmente inmenso, de hecho, hay exactamente 7 árboles, custodiados a más no poder. Estuve en el campamento exterior durante 3 días para lograr entrar a la reserva propiamente dicha.
En este momento estoy frente a un árbol que, según el cartel de identificación se llama “ceiba”, es realmente enorme. Uno llega a sentirse pequeño e incluso insignificante frente a una creación natural de tal magnitud.
La tierra aquí huele diferente, creo que es el olor genuino a tierra.
No se perciben esos olores acre, combinación entre descomposición y metal a la que, en general, estamos acostumbrados.
En verdad, ¡que hermoso árbol!, la textura del tronco es magnífica, no se puede tocar, pero a la vista resulta majestuoso, con su marrón de variaciones uniformes, y algunos diseños medianamente circulares.
Y las hojas, son tantas y tan verdes.
Sopla el viento, podría jurar que canta al pasar entre las hojas, que se mecen suavemente como si danzaran ante el delicado roce de la brisa.
¡Si Nana, el verde de estas hojas es tan hermoso como insistías en describirlo!
No es solo por el color en sí, es porque este verde se siente vivo, y todo lo que vive, vive para siempre. Como tú Nana.
Vanessa de los Angeles
Disfruto mucho leer, especialmente cuentos, y cuando puedo escribir, porque me resulta una forma relajante y divertida de combinar la realidad y la fantasía.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión