Empieza a escribir gratis en quadernoSoldado de Lidia
Abre su boca
y de la punta de la lengua un revolver dispara.
Es que hasta ese momento desconocía
que sus besos eran omnipresentes.
Se abandonó frente al espejo
cayéndose sobre sus piernas
y, milagrosamente,
el piso era de azúcar.
De sus bolsillos salían a tomar aire gendarmes fascistas
travestidos con corsets rosas y faldas de terciopelo.
Y cuando por fin encontró el sueño,
una migraña azul comenzó a hacerle cosquillas en el cuello
y colocó barraganes en su ombligo.
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