Yo te pedí, te deseé y te anhelé.
Y acá estás, acá estamos.
Nada es casualidad para mí, por muy cursi que suene.
Pero tengo miedo, tengo inseguridades.
De no estar a la altura,
de no poder cambiar mis patrones y malestares,
de traicionarte,
de lastimarte,
de no ser suficiente,
de dejarte el mismo vacío que a mí me dejó otra persona en el pasado,
de arruinarlo todo.
Es que me gustas, y no creo que esto sea casualidad.
Siento que los tiempos son perfectos, y quiero bailar con vos en este momento. ¿Me concedes la pieza?
¿Te animas a venir conmigo en este vaivén? Aunque no sepamos la coreografía, ni vayamos al mismo ritmo, ni entendamos por dónde empezar o qué paso dar.
Estoy nerviosa. Perdón, es que tengo miedo, ya lo dije.
Me siento vulnerable.
Me siento chiquita al lado tuyo, y eso es lo peor, porque me encanta.
Pero tengo miedo de que toda esa luz que estoy recibiendo la arruine mi aura tan oscura.
Vos sos luz, lo veo en tu mirada.
Lejos de idealizarte, es un hecho que sos buena persona, mírate. Qué tipazo.
Y yo, soy solo oscuridad.
Tengo miedo de que esta oscuridad te absorba por completo, te apague, que profane todo lo bueno de tu interior.
Es difícil combatir contra esto que soy. Es difícil estar conmigo, y también ser yo.
Mi oscuridad es demasiado profunda. ¿Vos podés contra ella? ¿Podrías reforzar tu luz?
Me vulnerás,
me hacés sentir estúpida,
me emborrachás,
me hacés reír leyendo tus mensajes, y después me encuentro repitiendo cada conversación en mi cabeza, riéndome sola, mordiendo el labio para que no me pregunten qué me pasa.
Mis amigas me miran raro, sospechan. No les digo nada.
Me hacés sentir cosquillas en la panza.
Miro repetidamente el celular, pienso en qué estarás haciendo, cómo olerás hoy, qué remera elegiste usar.
Me imagino la textura de tu pelo cuando estás recién despierto; quiero acariciarlo.
Me muerdo el labio mientras pienso en todas esas cosas sucias que me decís, y se me humedecen las piernas.
No puedo evitar meter mi mano en la ropa interior para calmar un poco el fervor. Emito un ruido chiquito y finito, pensando en cómo me gustaría que seas vos quién me toque.
Se me llenan los ojos de lágrimas de tanta calentura acumulada.
Te imagino sosteniéndome con tus brazos, acomodándome a tu disposición.
Puedo sentir tu barba rozándome el cuello y cerca de la oreja.
La humedad de tu boca, dejando un rastro de besos lentos, y tu mano tan grande acariciándome todo el cuerpo.
Me hacés rogarte, y yo re quiero hacerlo.
Me rindo: necesito que me hagas tuya, que te metas en mí y me arruines toda.
Emocional y físicamente.
Sexual y espiritualmente.
Me encuentro masturbándome pensando en vos, aunque te lo niegue.
Fantaseo con irte a buscar discretamente al trabajo, encontrarte solo en algún pasillo y besarte con desesperación,
esa desesperación que solo vos conocés.
Me encanta que quieras dominarme, aunque me gustaría más que me poseas. Pero eso es tóxico, y no quiero volver a los hábitos de antes.
No quiero que seas mi patrón, quiero que seas mi reinvención.
Es que te quiero para largo.
Que sé yo, una cosa siempre lleva a la otra.
Un día no te hablo, al otro pasamos a charlar siempre. Me calentás, venís a verme, garchamos tan bien y, al siguiente día, quiero que seas mi novio.
¿Vos pensás igual que yo? ¿Que hay química potente acá?
¿O solamente soy yo, que siempre vivo en una ilusión, una realidad paralela?
Me vulnerás y me encanta.
Me quiero arrodillar y complacerte todo el día.
Pero también quiero acostarme en tu regazo mientras vos descansás y mirás una película aburrida. Seguramente me explicarías porque no lo es, y mientras me acariciás el pelo, yo renegaría de que hablás puras huevadas.
Pero disfrutaría mucho tus mimos, y quisiera estar así por un buen tiempo.
Hasta que yo explote, o vos te aburras de mí.
Cualquiera de las dos puede pasar.
Me encanta esto.
Y sí, puede ser que tenga problemas con papá.
Puede ser que me dé morbo que seas más grande.
También que me gusta que tengas una rutina de viejo.
Pero es que, en el fondo, me da seguridad:
seguridad de que capaz te vas a quedar y no me vas a abandonar como el resto.
Si todo está tan resuelto y alineado, ¿por qué tendrías que irte a buscar algo más emocionante por otros lados?
Comienzo a llorar cada vez que lo digo, lo pienso o lo escribo.
No quiero que te vayas. No quiero que seas uno más; ese es el problema.
Tuve un presentimiento, y es que viniste a cumplir algo muy importante en mi vida. ¿Querés ser el protagonista?
Yo sí, aunque no depende de mí. Nunca depende de mí.
Dios, te odio. Yo no quería esto (ya arranqué).
En serio no quería estar con nadie, no quería a nadie (ni yo me la creo).
Pero apareciste de la nada y me diste vuelta todo. ¿A vos te parece? Me cambiaste todos los planes.
Me tenés como estúpida, pensando si debería volver a la ciudad o mantener una relación a distancia.
Me moviste tanto que me tenés planificando toda una vida con una persona a la que ni siquiera traté lo suficiente.
Entonces, ¿existirá el amor a primera vista?
¿Yo solo te gusto? ¿O me ves como algo más?
¿También sentiste esto? ¿O soy solo tu patrón?
¿O soy solo la mina con la que te obsesionaste en Instagram y te la querés garchar?
¿O soy el clavo perfecto para olvidarte de tu ex?
¿O soy solo una más del montón de pelotudas con falta de atención paterna a las que te agarrás?
Sí, obviamente ya arranqué y metí veinte, porque todo eso está en mi cabeza todo el día, todo el tiempo.
Necesito seguridad. Necesito verte, abrazarte.
Yo soy una loca insoportable y vos sos un indie desastroso.
O, como decís en tu playlist de Spotify: un chico indie depresivo.
Buena dupla.
Seguro que si alguna vez leés esto, será cuando ya algo pase algo más entre nosotros.
O no, y solo sea otro escrito de mierda pudriéndose en mi blog.
Creí que iba a ser una mujer muy feliz con vos, porque hacía feliz a mi niña interior.
Sentía que iba a aprender mucho a tu lado, y eso me excitaba en un buen sentido.
Te iba a pedir que me envolvieras y no me soltaras más. Pero cuando me giré, vos ya no estabas acá.
Desapareciste, te aburriste, no me elegiste.
Realmente quería que las cosas fueran diferentes, pero vos decidiste que no.
Así que, si el destino así lo quiere, nos vemos en algún otro momento,
en algún otro futuro, u otra línea de tiempo.
Donde los dos nos elijamos, donde ambos podamos querernos,
donde ambos sepamos contenernos, pero sobre todo,
donde ambos nos amemos.
Porque nunca basta con adorar y necesitar.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión