Veloz

Desbordantes pasiones, corriendo e insertando penas por todo mi cuerpo. Nublados pensamientos que se crean en el instante en el que te siento, latidos que no se detienen y van rompiéndome el pecho para deter mi propio corazón. Cascarones de piel arrancadas por mi propia voluntad en cada palabra que sale de mis labios pronunciandote, volcando en sentido contrario de mi dicción a todo lo que alguna vez ame. Sí mi irracionalidad fuera compartida, seguramente te esperaría para crear la huida perfecta, en mi desierto rosa o en una noche desastrosa, besariamos nuestras manos como si de ello se tratase nuestra existencia, consumiendo uña a uña rota todo lo que fuimos. No puedo evitar ir a toda velocidad, como si el mundo pudiera detenerse, como si pudiera borrar el finito borde de mi locura. Cómo si tus pasos no me guiarán por las madrugadas a los vagos incendios que provocaste en mí, a los insoportables silencios llenos de coraje, a las dulces agonías que crujen agudamente en mis adentros. Sigo yendo a toda velocidad, desde que comencé a escribir y para no perderte de vista mis tintas eligen chocarse entre sí y dar paso a un paro en mí. Un paro lento e intuitivo, un paro que hace pesado mi sentir arrastrando mis párpados que se funden con la irracionalidad total.

No despertaré en días, después de eso. No volveré de la misma forma que me fuí, abandonando mis jardines llenos de caireles verdes, derrochando mis secretos con personas que no olvidarán lo más discreto que hay en mí. Y si no despertaré puedo escribir sobre ello para que se plasme mis intentos por seguir en esta historia mía. Sí no despertaré elegiría siempre el mismo mal sueño, la peor pesadilla y el día en que ya no te ví.