La conexión que tenemos con nuestros seres queridos va más allá de la concepción de la muerte. Existe la creencia de que al visitar una tumba de un familiar o de alguien cercano y prender una vela, se pueden interpretar los sentimientos de la persona fallecida viendo cómo ésta se consume. Por ejemplo, si la llama está en calma y no se consume rápido, indica que esa persona está en calma contigo también; pero si la vela se consume rápido y la cera caliente se acumula a un lado, tu ser querido está llorando; y si la llama se empieza a mover de un lado a otro, quiere decir que esa persona está enojada por algo que has hecho, porque los muertos todo lo ven y te cuidan.
Parece una tontería decir esto en voz alta y más aún a alguien que nunca había escuchado de esto, pero es importante para muchas personas que siguen manteniendo tradiciones vivas y que han sido inculcadas con esto desde pequeñas, siendo así incluso para mí que siempre venía de la ciudad al pueblo a visitar y prender velas a bisabuelas que nunca conocí o que ya no recuerdo su rostro, pero sí su cariño. Ahora visito a mi abuela, enterrada en su pueblo natal, y le prendo una vela para que sepa que estoy ahí y con toda la calma del mundo consume su vela y llora, pero sé que es de felicidad porque su nieta la va a visitar.
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