Desde que lo conocí, tuve una fascinación por su persona. Ni siquiera tenía que ver con un aspecto romántico o sexual, simplemente me atraía su particular y elocuente manera de hablar que desprendía una fuerte energía.
Siento que eso ha sido una de sus mayores características, ya sea de buena o mala forma llamaba la atención donde fuese que estuviera, es un tipo de persona que llamaría magnética.
Te soltaba unas frases, anécdotas y chistes que denotaban cierto conocimiento que muchos otros no se atrevían a experimentar (incluyéndome). A veces podía incluso verse patético, pero su confianza era la justa para equilibrarlo todo.
Sin embargo, a pesar de esa fachada extrovertida, confiada y jovial, había un hombre oculto en el interior que irradiaba mucho dolor. Al menos para mi y mis corazonadas extrañas a las que suelo creer me decían eso.
Era un hombre con alma de poeta. Él amaba escribir, y no lo hacía para nada mal.Tiene sentido de todas formas, cuando lo fui tratando se hacia más obvio. Leía literatura bastante pesada, conocía de críticos de arte, y siempre se intereso por las emociones, pensamientos y acciones humanas a través del mismo.
Creo que cuando conocí ese lado más humano de él fue lo que me hizo enamorarme, porque en parte, yo también me identificaba con lo mismo, aunque a diferencia suya, no fui tan estudiada. Anhelaba intensamente con poder tener esas características que tanto carecían en mi.
Yo también escribo, aun así, se que no soy del todo buena. Puedo tener la idea planteada en mi cabeza y escribirla, por supuesto que si, pero no logro acomodarla de la forma por decirlo “poética” en que los verdaderos escritores lo hacen. Se que no es lo fundamental a la hora de escribir, solo que... cuando leía sus textos deseaba realmente que los míos emanaran esas palabras para que un lector como yo, pudiera "sentir" de mejor forma lo que lee y no simplemente lo lea… ¿Me explico? Es curioso de plantear pero creo que se puede entender al punto que quiero llegar.
Cuando le comente esto, él se encontraba escribiendo en su computador, mientras yo realizaba unos garabatos en mi libreta. El dibujo es algo en lo que yo si destaco, lo he sabido y me lo han hecho saber la mayor parte de mi vida.
Él terminó de teclear, y volteo la cabeza, me miro muy confundido, como si le estuviera haciendo alguna clase de broma extraña, o fuese demasiado ingenua para él. Emitió una leve sonrisa burlona y siguió en lo suyo. Yo solo me quede observándolo pensativa, y agache mi cabeza sonrojada, sentí que había hablado de más y que parecía una niña pequeña.
Él volvió a voltearse y me dijo:
“No sabes lo que yo desearía dibujar como tú” y siguió escribiendo.
Pare de dibujar. El lapiz que sostenia freno en seco. Observe su espalda, su cuerpo escuálido y palido, y cabellera avellana despeinada.
En ese instante supe que quería estar con él.
Lo que no sabia era que… solo era otra de las miles de caras que tenia ocultas además de la del dolor. Para mi sorpresa y lamento, habían muchísimas y muchísimas más caras.
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