Un individuo que cuenta con un contenido del pensamiento más que nocivo, la rumiación de pensamientos fatalistas, la confabulación cuasi patológica de hostilidad de los demás contra él, la persistente sensación de ser un desecho de persona, la inamovible convicción de que el futuro no depara nada bueno para él aunque haga todos sus esfuerzos. Podría sumarse la falta de motivación para el cambio y la imposible transición a un modelo de concepción del mundo donde el pensamiento sea meramente pragmático y nulo en reflexión. Con este panorama no es difícil imaginarse como un individuo así preferiría estar muerto en más de una ocasión, hasta tal vez ya haya tenido y tendrá pensamientos autolíticos. Hay incontables nuevos recursos para hacer frente a la aberrante maquinaria de pensamiento que le tocó a uno, con distintos grados de eficacia, pero inmensamente insípidos e inocuos en cuanto al arreglo de la patología de base. Enfrascarse en redes sociales consumiendo basura hecha en serie para ineptos como él: incesantes proveedores de estímulos, emisores de imágenes voluptuosas para predisponer el predominio de los instintos más animales (excitación sexual) sobre el ánimo para así sentir menos el vacío de base, incontables corrientes de pensamiento que rondan en lo payasesco, ya sea por su precariedad de sustento intelectual o por lo aberrante de sus fines, y muchas cosas más. Oferentes de motivación paupérrima pero que, para sorpresa de muchos, obtienen muchos consumidores. Supongo que para paliar el síntoma es suficiente, aunque el numero de dosis necesarias sea tan cuantioso como el número de estrellas en el universo y el alivio sea cada vez más escaso.
Sin embargo, hay un recurso tan viejo como la vida en este repugnante planeta, recientemente infravalorado por las nuevas corrientes que apelan a un espíritu de independencia y autonomía de cotillón. Recurso plasmado en todas las expresiones de arte que el humano pudo crear (sobre todo cuando creaba con más calidad que con cantidad): el entrelazamiento de ánimas afines. Todo el vacío que afecta al individuo descripto en el primer párrafo puede ser apaciguado con el encuentro de un individuo de similares características. De ese modo, todo el malestar de estar consigo mismo se disipa en considerable cantidad al consumir tiempo en compañía de “un alma gemela”. La mayoría de las veces esta interacción toma el carácter de una relación de pareja, pero no quiere decir que no pueda ser una relación de amistad muy estrecha, amistad de uno con uno, ya que el grupo suele arruinar el efecto de alivio sintomático. Es de los pocos métodos (si no el único) que no toma al otro elemento como un mero objeto (individuo afín vs baratijas insípidas para llenar el tiempo de vida), puesto que en este infravalorado recurso ambos roles alternan, a diferencia de consumir siderales cantidades de contenido lascivo. Esa alternancia parece surtir mejor efecto sobre la afección existencial de base, sin contar la revolución afectiva que produce ese tipo de interacción entre dos sacos de huesos.
Hay otro recurso para aplacar los malestares de ser un humano, como la vocación y la dedicación a una actividad, frecuentemente con aires altruistas. Sin embargo, suelen ser muy poco efectivos y en gran parte de los casos solo es un mero consuelo a la titánica e insaciable vanidad que portan los bípedos en su grán mayoría. Cuando no es así, es otro valioso recurso.
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