Cuando se va es porque queda vacía. Y en algún punto le fascina llenarse con los vacíos enormes que deja. Y el concepto no es innovador, pero a esta altura es toda una técnica. Se llena con las ausencias que ella misma deja, que ni siquiera ve. O con el comprimir un poco de los corazones cuando ya no la ven por un rato. El rumbo entrecruzado, de vidas de las que no tenía idea junto a la suya, que no tiene mucho destino, forman un consuelo curioso y a destiempo que repiensa y también extraña; en pasados que la reclaman, y futuros que la esperan.
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