Vacíos

¿Dónde estoy?

¿Dónde está mi cuerpo? Incapaz de sentir, sostenerme.

¿Dónde estás?

¿Acaso fuimos hechos de tal manera que nuestras almas congenien a niveles indescriptibles?

A niveles inmortales y, al mismo tiempo, mortales.

¿Acaso tu sonrisa es capaz de mantenerme firme?

¿Dónde estoy cuando ya no estás? ¿Qué soy?

Aquella persona incapaz de sentir algo lindo, tranquilo.

Incapaz de sentir. Incapaz de estar. Aquello que repite constantemente mi mente: incapaz.

Incapaz de ser yo mismo por todas las estructuras y sobre estructuras creadas en pos de mi persona. Estructuras que sin mi persona pierden todo el significado. Entonces, significo algo. O eso creo. Soy esa persona que aun siendo incapaz termina levantándose, aun cuando le duelan hasta los huesos.

O eso creo.

Ellos dicen: “no te entiendo”, “¿Cómo podés ser tan condescendiente?”

¿Cómo podrían comprenderme cuando ni yo conozco esto que siento? ¿Cómo podrían entenderme cuando no conozco esto que soy?

Me abrumo y me abruman.

Me abruma pensar, pensarte, pensarnos.

Quiero estar solo, a veces no suelo soportarlo, pero no existe humano capaz de sujetar esto, ni yo mismo. Muchas veces necesito mi espacio, aunque lo sienta como un pozo infinito, un desastre infinito.

Es gracioso porque no hay nada definido en los infinitos y constantemente me veo rodeado de infinitos. Creo que podría definirme como uno, incapaz de conocer, de definir, de analizar. Muchas cosas lo son, y yo soy una de ellas.

Infinito, término utilizado matemáticamente para referirse a una cantidad muy grande que claramente no se puede evidenciar, en donde todos los casos aplicados son excepcionales, porque justamente ahí, en lo infinito, todo pierde el sentido.

¿Yo perdí el sentido? ¿Estoy del lado opuesto?

No comprendo si la dirección es la correcta. No encuentro mi ubicación en este camino.