Rumiar, rumiar…
¿Qué hacer?, ¿qué hacer?
atrapado en un limbo deshabitado,
un abismo de sombras
que me estrangulan,
me inmovilizan,
impiden mi despegue.
Solo, solo…
las sombras salen de mí,
mis propias sombras me devoran
me entierran en un hoyo
de llantos sin lágrimas,
de gritos silenciosos
de compañía solitaria.
Extraño
sueño una vida alternativa,
una no perdida
en la impetuosidad del tiempo.
Miro a través de un agujero
mi juventud perdida,
sueños estancados
que se pudren en el pasado.
Caigo.
Caigo a un vacío
que es mi cuerpo.
Caigo hacia mí,
un algo que no tiene nada.
Inútiles intentos de huida,
de escapar de mí,
de desplegar alas escondidas,
o quizás cortadas.
O que nunca existieron.
Pegado al suelo,
aferrado y atrapado,
engullido por ese lodo asfixiante.
Apenas respiro,
no respiro,
no quiero respirar.
¿Para qué respirar?
El aire me envenena
con sus cantos sirénicos
Creí que me elevarían,
Y caí como Ícaro,
sin siquiera acercarme al sol.
¿Para qué?
¿Seguir intentando?
Siempre el mismo punto,
que señalo
y observo inútilmente
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