Todo el mundo habla cuando observo el presente.
Ríen, se enojan, algunos van en su mundo como yo.
Acompaño al tiempo y soy observador como él,
siempre expectante de las personas
y anhelo el momento que yo puedo ser uno de ellos:
el que alguien te escuche y te rías con él.
Una persona que venga de la oscuridad y sepa lo complicado de cargar el peso de lo que no se cuenta.
Pero no todos tenemos esa suerte.
Quisiera poder siquiera que alguien se importara en saber si me gusta el atardecer.
Pero no odio mi soledad.
Pasó a ser mi compañera y me gusta hablarle en secreto,
platicar con ella y soñar juntos,
pensar a futuro y desear que las cosas cambien.
Extraño ser un pequeño, cuando la soledad no la conocía.
Extraño poder hacer las cosas de antes,
correr en la lluvia y pensar si mañana volvería a llover.
No recuerdo la última vez que dejé de pensar en ello.
Se fueron amigos y me presentaron nuevos:
Soledad, Lucifer y Vacío, y son ellos mis amigos,
los que estimo porque aunque no quiero que estén, están más que nadie
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