Alguna vez te dije que no me gustan las fronteras, esas incesantes, invisibles y opuestas dimensiones con pluralidad de momentos, si las trasladamos al campo del espacio tiempo. Unidades a la vez divisibles en instantes pequeños, certeros, firmes en la línea, fugaces en el vivir, el sentir y el proyectar. ¿Pero dónde nace mi enemistad con esto?, es acaso por mi poco control del momento el desvanecimiento de mis palabras en este palimpsesto, objeto sincero que te sujeta y te ubica bajo la disposición de este espacio, que es tan tuyo, pero logro entenderlo a pesar de lo sutil de tu apropiación y de la des geometrización que le has dado, deformación ambigua. Y ahora entiendo mi disposición en este presente, dónde el alcanzarte es un mero formalismo, un reflejo de esta reconstrucción totalmente posible cada vez que vivimos este instante, en esta frontera donde sabes siempre estoy presente.
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