Nunca pensé llegar
amar a alguien así.
Yo era una serpiente,
temiendo dañar a los demás.
Pero descubrí, que podía
devorarme a mi mismo.
Y fue cuando llegaste,
que me hiciste creer
que ya no me devoraria
a mi, ni a nadie, nisiquiera a ti.
Pero todo fue una mentira.
Y al fin...
las lagrimas se han acabado
secándose, como el corazón,
pero no ha dejado de latir,
solamente aceptó
que la serpiente al fin
dejo de devorarse a si misma.
La serpiente nunca dejará
de ser lo que es,
pero no por eso
debe morir.
Debe entender
que su veneno no mata a nadie,
mata la ilusión,
mata el engaño,
mata el instante,
nunca al amor.
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