Unicornios y gallinas

Sé que es inútil.

Vemos lo mismo y lo juzgamos diferente. Cuestión de lo que queremos o necesitamos.

Interpretar la realidad es siempre según prejuicios, afinidades, deseos, gustos... El color del cristal.

Esto es algo evidente en el fútbol. El mismo encuadre, para distintos aficionados, da distinta opinión de lo sucedido.

Política, sociedad, religión, deporte, literatura (si se diera el caso), sufren el mismo mal.

La objetividad no existe. Es un unicornio alado.

Y es solo parte del problema. Lo peor es mentir a sabiendas, y mucho peor aún, tragar las mentiras porque a la estúpida subjetividad le interesa.

Veo fachas de mierda. Ojalá fuera solo un invento de mi mente enferma. Ojalá no existieran.

Pero están tan cerca...

La subjetividad es más invidente que el amor.

Feijóo, Ayuso, Almeida, la agricultora de largas uñas azules, mi vecino fachapobre con seis vinos, Soto, Vaquerizo, Marta Sánchez...

Cualquiera puede decir tonterías desde un púlpito y con micrófonos que las amplifiquen, pero no a cualquiera se le aplauden como sí sucede con cualquier imbécil que suba a la tribuna en nombre del PP.

El público de la derecha solo necesita que el político, el ponente, el artista, el pregonero sea de derechas para admirarlo. Lo que diga y haga es lo de menos.

Pongan una gallina con una banda azul y en blanco se lea Partido Popular, y ya tienen un líder las derechas. Y además poniendo huevos.

Dan pena. Los líderes y sus palmeros. Pero, es más sensato tenerles miedo y estar prevenidos siempre contra ellos. Tienen mucho peligro. Como lo tiene un tonto con cartuchos de dinamita y mechero.

Señor, que sea pronto.

(Pero, ya lo hemos dicho, el Señor es también del PP).