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    una vida normal, solo pensamientos. capítulo 4

    Jun 26, 2024

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    una vida normal, solo pensamientos. capítulo 4
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    Pasaron los días. Nunca me había sentido tan apático. No veo las razones para sentirme de esta forma. Simplemente lo siento, y no puedo evitar culparme por ello. Intento examinar los motivos. Quizás el no visitar a mi familia en tanto tiempo me está empezando a afectar. Hace siete años que no los veo. Mi padre murió. No pude decirle adiós ni tener una relación con él durante su vida. A veces es complicado congeniar con personas que sientes que no tienen nada para aportarte. Mi madre sigue viva, al igual que mi hermano. Ellos se quedaron en mi provincia natal, en Neuquén. Detesto volver allí porque la vida me azota con recuerdos del lugar en el que crecí. El parque donde solía jugar con mis amigos hasta altas horas de la noche. Los caminos por los que me perdía con aquel amor pasado. Demasiados recuerdos para revivir. Me agobia pensar en ello, más aún hoy que iremos a caminar con Juliana al parque. Ahora me encuentro ansioso de nuevo.

    Al recogerla de su departamento, ella estaba con una chaqueta de cuero y unos jeans de corte ochentero. Tiene un gran sentido de la moda. Yo, por mi parte, siempre visto igual: un saco negro, una camisa blanca, pantalones negros y botas. No le encuentro sentido a la moda, no entiendo el afán de la gente por seguir tendencias que cambiarán en unos meses. Prefiero conservar mi estilo.

    Mientras caminábamos, Juliana me preguntó acerca de mi vida, si hacía algo más además de dar clases o de "pensar". Me reí con lo segundo. Procedí a explicarle que mi vida era exageradamente monótona y normal. “Verás, no soy alguien con talentos extraordinarios. Desde que encontré mi vocación y mi trabajo, mi vida gira en torno a ello. Solía gustarme ver películas, hasta que dejé de encontrarles sentido. Supongo que me aburrieron y dejé de encontrar películas de mi estilo. Las de ahora no me convencen, siento que intentan venderme o imponerme algo, y eso me desagrada. En cuanto a mi vida material, soy sencillo: vivo solo en mi departamento, no tengo muchas posesiones, detesto salir de compras o decorar. Solo me conformo con comidas que me den placer, cigarrillos, y buen vino.” Me miró sorprendida, casi sin palabras. Hubo un silencio que me atemorizó, hasta que finalmente dijo: “Entonces eres una persona sin ambiciones, te gusta encerrarte en tu burbuja y no salir de ella. ¿Te da miedo vivir?”

    Su declaración me hizo reflexionar. Su sinceridad me agradó. “No tengo ambiciones más allá de vivir mi vida sin tener que terminarla antes. No voy a querer escapar de mi realidad, que tanto me costó construir. Quizás esa burbuja significa la culminación de mi estilo de vida. No veo necesario salir de la zona de confort que tanto ansié conseguir. Y, por el contrario, vivir no me da miedo, simplemente veo la vida como algo que hay que sobrellevar. No se trata de miedo o alegría; simplemente, sobreponerse y ser consciente de que nuestra existencia es temporal y acomodarse a ello. Soy un sobreviviente de mi propia vida en este caso.” Juliana quedó extremadamente molesta con mi declaración. Para ella, la vida es algo que debe disfrutarse; por consiguiente, debemos buscar algo que nos llene el alma y vivir consecuentemente. Discrepamos.

    “Es imposible no aburrirse cuando conseguimos algo que nos llena el alma, como mencionas. La vida pasa, y cuando uno se detiene a pensar en lo que sucederá en unos años, la sensación de apatía se hace presente y nos volvemos en contra nuestra, generándonos ese aburrimiento y, por consiguiente, dejando de hacer aquello.” Y ella respondió: “Bajo esa mirada, eventualmente llegará un punto en que te aburras de la propia vida, incluso de mí o de los vínculos que generes. Dime, ¿cómo sobrellevas tus relaciones, si todo termina en un estado de apatía?” Supe qué responder: “No, la vida no es algo que me llene el alma, no es una actividad, no es algo que busque particularmente. Es algo que tengo que sobrellevar. Aunque me resulte absurdo vivir, tengo que hacerlo porque no considero que terminarla sea la solución a un aburrimiento general. Respecto a mis relaciones, no tengo muchas. Suelo distanciarme de las personas en cuanto me abruman, lo cual ocurre rápidamente. Necesito mi espacio. Después de tantos años de estar solo, he construido una personalidad de libertad de la cual me siento incapaz de desprenderme, incluso por alguien que ame.” La respuesta no le sentó bien. “Entonces tengo dos alternativas: pensar que nunca experimentaste el amor, bien sea que hayas amado o que te hayan amado tanto que te haga replantear tu pensamiento. La otra es pensar que eres difícil de amar, ya que convivir con el pensamiento constante de que algún día te aburrirías de mí sería lo más probable.”

    No esperaba una respuesta con conclusiones tan a largo plazo. Entendí su punto de vista, aunque no me afectó. Soy terco, difícil de amar. No merezco que me amen. Decidí reírme y responder que sus dos alternativas podrían ser ciertas, aunque es difícil predecir el futuro. Ambos reímos. Pero en el fondo sentí que compartir mis pensamientos podría herir a alguien o alterar sus planes. Inconscientemente sabía, y me estaba preparando, para que esta corta aventura llegara a su fin en cuanto la acompañara a su departamento. Estoy decidido a distanciarme, para al menos darle la razón en su suposición. Me alivia saber que haya sacado tal conclusión. Es mucho más fácil para mí; puedo volver a mi burbuja tras un intento de formar un nuevo vínculo. Me desgasté. Siento que estos días me están consumiendo. ¿Soy difícil de amar? ¿Acaso puedo yo amar?

    pilumpacem

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