Una vez...

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Una vez

hace mucho tiempo

me sentí parte del todo;

de mi casa,

de mis amigxs,

de mi familia,

de todo lo que me rodeaba.

Era feliz sin saberlo,

quizás todavía no conocía su significado

o no lo había encontrado,

pero lo era

(o al menos ahora creo que lo sería).

Una vez,

esa vez,

estaba completo sin saberlo

y ahora

mi presente está cargado de desencuentros,

de extrañar lugares que ya no habito,

que ya no están;

personas que se fueron,

que dejaron algo,

pero son solo recuerdos

que pesan dependiendo el día.

Mi ahora es desolado,

ya no me encuentro en ningún lado,

vivo en la incertidumbre constante

de no saber lo que hago,

de dónde estoy parado.

Me despierto en una casa extraña

con personas conocidas

que amo,

pero no quiero más la convivencia,

la extraña cercanía.

Salgo a la calle

a la misma rutina de todos los días

y me encuentro con más gente,

me rodeo de ella en salidas nocturnas,

llenas de alcohol y risas,

que por la mañana solo son un vacío en el pecho,

una efímera satisfacción

que se va como vino.

Yo no me encuentro por ningún rincón;

no me veo en la cama,

las sábanas

o el colchón;

no me veo en el espejo,

el armario

o la ropa.

No me veo

y no me ven.

Nadie me encuentra,

me tienen enfrente,

pero no me comprenden,

el silencio los abruma,

se impacientan,

no esperan.

Me cuesta encontrarme,

mucho más nombrarme,

¿cómo esperan que pueda?

Me siento presionado todo el tiempo,

asfixiado por quienes amo

y dicen amarme,

reducido a espacios estrechos

donde debo amoldarme.

Yo,

siempre yo.

Callar, asentir, conformarme.

Siempre yo y mi vacío existencial.

Lidiar con todo esto y más,

mi cabeza no para,

mis noches son pesadas,

frías, desoladas.

No encuentro consuelo

ni llorando, ni gritando.

Dormir sin descansar,

vivir sin más,

monotonía de un ser sin motivación,

eso soy;

cuando una vez,

esa vez,

todo fue diferente,

pero yo no estaba preparado para vivirlo,

no al menos de la manera que ahora,

en este presente,

quisiera hacerlo.