Hace menos tiempo del que me gustaría, escuché decir a quién hacía de mis noches las suyas y de mis palabras solo agua, que yo necesitaba ayuda. Que no conoció un corazón tan agridulce como el mío; que no conoció mortal tan cínico como el que yo le mostré, aquel que jugaba a ser Dios acariciando con una mano y golpeando con la otra. Presa de la desesperación buscó algo a lo que señalar que justificara el por qué de mis acciones, empezando por conceptos abstractos como el contexto en el que estábamos; el pasado que conscientemente arrastro; la erosión de nuestras personalidades transformándose en el proceso de conocernos hasta volverse incompatibles; e incluso, hasta la falta de amor recíproco. Todo y más para optar por tirar del mantel con las copas sobre la mesa poniendo en ridículo todo lo que en algún momento parecía coherente, dado que en nuestros últimos días decidió dejar de buscar un chivo expiatorio que argumente mis movimientos, y apuntó su dedo contra mí.
Llenó su boca hasta atragantarse con agravios que ni mi glosario conocía, y eso que mi vasto diccionario siempre se jactó de ser inmarcesible e insuperable, dicho desde el ego, claro. Pero, ¿por qué?
Esa sucia peripecia se robó el respeto que tenía por nosotros, yo, que te amé desde la devoción en voz alta mientras a solas supe escribir "vivir sin amar no es vivir pero vivir para amar es esclavitud". Yo, que enemisté mis ideales entre ellos para hacerte un espacio en mi pecho; yo, que aún sabiendo que nacíamos de una equivocación decidí dejarte el control de las cuerdas a vos, sepultando mis fantasmas del pasado humillé toda mi experiencia para cometer el error de reafirmar nuestro error.
Y, ¿para qué?
Para qué, si hoy estoy más solo que nunca, digo desde la ironía de saber que nunca estuve solo, pero mas roto que sólo supe hacerme.
Y si de casualidad necesitabas la respuesta: sí, siempre estuve roto, nunca conocí nada hecho ni estable, mis tutores cambiaban como mi dieta; mis amistades en la infancia solo se sostenían en medida de cuánto provecho podían sacarme; no conocí casa a la cuál llamarle hogar; no supe a quién decirle papá ni por qué mamá no se daba vuelta cuando mi boca solo "ma" sabía pronunciar, previo a mis trece años me invitaron a más velorios que a fiestas de cumpleaños; previo a los diez mi rostro nunca volvió incólume a casa cada que intenté salir a jugar con mis amigos; recién a mis nueve, pude hilar oraciones aprendiendo a hablar casi recién en la preadolescencia, y para quién solo ayuda quiso pedir por años, no fue una alegría lograrlo tan tarde.
"Todo es sobre mí, todo es para mí, todo gira en torno a mí y todo pasa por mí" era la única idea que creías que rondaba en mi cabeza, yo, justo yo, cuya única muletilla de dos letras expongo en cada escrito, siempre pero siempre dije que te equivocabas.
Quizás todo esto pueda solucionarse con un encuentro, pero me desprendí de la iniciativa que nos juntó más de una vez porque con vos conocí el pánico de la humillación, eso sí; no me malinterpretes, la distancia sabe negarme nuestro abrazo, no mis ganas de abrazarte.
No me tomes por algo que no soy, no escribo por vos ni por nadie, no quiero tu validación ni el goce de un "alguien". Publico lo que quién lee ve público sin intenciones de ser visto, ratificado ni mucho menos aplaudido. No busco desnudar ningún alma que no sea la mía, y eso que esto último nunca lo consigo.
Hoy veo todo más claro pero porque nada veo, todo está callado y duermo en la cama de vidrio que me arrenda la monotonía a la que me entregué, mientras de noche me castigo con el frío de dormir destapado, si es que después de conocer tu torso desde el tacto, desconozco de algún abrigo que replique su calidez.
Rompé esta pared de porcelana, por favor, pero sin peros, que con tus condicionales no sé amarte en condiciones. Este papel ya no me va y, entre vos y yo, no era yo a quién se le daba el don de la actuación.
Bécquer supo decir "poeta, es aquél que saca de la nada un mundo", y si nada en mí veías tal y como dijiste, ¿cómo he de etiquetarte después de hacer de tu nada favorito un sauce llorón?
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