Me quedo paralizada cuando me toca enfrentarme a esa lluvia de pensamientos asesinos que me apuñalan el corazón.
No quiero perseguirlos, pero de repente me divido en dos. Una parte mía se queda tirada llorando en el sillón y la otra abre los brazos al cielo para recibir cada apuñalada. Una dice "basta" la otra dice "dame más". ¿Lo peor? Es que la que recibe los chuchillazos siempre sale ilesa, porque en ella no impactan, sino que impactan en la que está tirada, hecha un trapo sucio y mojado de tantas lágrimas.
A veces, cuando pasan los días y veo el pronóstico, la lluvia calma, y de lluvia pasa a sol, pero al día siguiente aparece una tormenta. Ya no lluvia de pensamientos asesinos, sino tormentas, de esas que con un rayo te parte al medio y salis electrocutada, y cuidado con tocar a alguien que pasa por enfrente, que con mi suerte le puedo contagiar la electricidad.
Un viento de esa tormenta me puede llevar hasta lo más oscuro del cielo, porque estoy frágil y liviana, porque soy polvo, porque me dejo ir.
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Comprar un cafecitoIvana Franco
Si paso por acá es para declarar mis eternas bitácoras: de mi mente, mi rutina, mi vida. Dejar un… ¿Registro? Veremos qué sale.
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