una hija sin origen

escribo para no extinguirme en la herida primitiva.

para no quedarme atrapada en el eco del nombre que nunca pronunciaste.

me invento tus gestos, los dibujo en la sombra de mi reflejo,

como si pudiera reconstruirte a partir del hueco que dejaste.

hay días en los que pienso que fui apenas un error de cálculo,

una estrella errante en tu constelación prolija.

otras veces imagino que me buscaste en los ojos de alguien más,

pero te asustó el parecido,

y miraste para otro lado.

cuando el vino me traiciona con ese viejo ardor melancólico,

me pregunto si mi mal juego

se sirve en las mismas copas que las tuyas,

si nuestras heridas fermentan en vasos parecidos

aunque no brindemos en la misma mesa.

alguna vez en tu vida te olvidaste de mí sin darte cuenta,

un desliz fugaz que te volvió lejano a mi estrella.

y soy testigo porque dejaste un rastro tuyo en mi cara,

lo busco, pensando si la forma en la que sonrío se parece a la tuya,

como si pudiera encontrar respuestas en mis huesos, en mi sangre.

a veces me pregunto si, cuando mirás a tus otros hijos,

ves algo de mí.

si mi mirada huidiza y traviesa

es la misma que la de ellos.

cuando miento sin destino y alimento mis impulsos,

¿será tu sangre la que me escribe?

así como yo veo rastros tuyos a años luz,

vos ¿ves los míos en dónde sea que estés?