Una de esas fases.
Sep 23, 2024
...
Forastero.
Aquel tipo, ciertamente extraño, apareció de repente, de entre lo denso del bosque, de a saber dónde, de no haberse duchado desde hacía años. Se sentó a mí lado. Mi susto, evidente para cualquier ojo humano o no humano, no pareció importunarle. (Yo suelo pedir perdón en estos casos).
-Por fin te encuentro.
-¿Por fin?
-Desde hace tres inviernos te vengo buscando.
-¿Por qué?
-Es un encargo.
Mi estado iba empeorando. Pero el tipo no hacía caso.
-¿Te vas a explicar?
-Tengo que comunicarte algo.
-¿No vas a violarme o algo peor?
-¿Peor que violarte?
-Tortura, muerte, tatuarme una esvástica o la cara de Celia Villalobos...
-No. Nada de eso. Mi hacer no es violento.
-¡Cuánto me alegro!
En esta tesitura del encuentro, me sentí más relajado. Aún así...
Pasaron unos largos segundos de silencio. Graznó un cuervo. (No me gustó el sonoro efecto).
-Alguien que conoces no es de este mundo. No lo sabe. Debes remediar eso.
-¿Alguien?
Y el tipo se levantó y desapareció en la maleza.
-¡Ni más cojones! (Pensé yo).
Me lié el ¿Cuarto? Y no eran ni las doce de la mañana. Había salido de campo, de andar, de petaca llena y calmados pasos, a probar la cosecha del año.
Me quedé allí, fumando. Quizás el humo explicara el caso. Quizás. Pero aquel tipo no era imaginario.
Di vueltas a las varias aristas del suceso: ¿Quién era el aparecido? ¿De donde había salido? ¿Por qué me buscaba a mí? ¿Quién se lo había encargado? ¿Tres inviernos? ¿Por qué no se duchaba? ¿Y el mensaje?
"Alguien que conoces no es de este mundo. No lo sabe. Debes remediar eso".
Tras mucho darle vueltas y tres o cuatro aznarines (porros, canutos, tronchos) más tarde, di en pensar que la persona más extraterrestre que conozco no es otra que: Yo mismo.
Si no me creen, vean esto que sale de mi mente:
Moneda sin caras, estruendoso silencio que horada la piedra indestructible. Reloj sin horas, camino hacia ninguna parte. La verdad es mentira. El infierno es un paraiso. Alguien que fue nadie vivió sin haber nacido. Duele lo que no es. Amanece por la tarde. Muere el muerto que nunca vive.
Se va quien nunca vino. Refleja el espejo la belleza de lo feo. El hombre que bebía sólidos. Desesperante esperanza.
Hoy ya es ayer. Volvió a donde nunca estuvo. Se maldicen bendiciones. Y a la inversa.
Hubo un árbol que nació del cielo y su copa llegó hasta el suelo.
Dios se hizo a sí mismo y no sabe deshacerse,
Mañana es domingo, dice un lunes.
¡Ay, Señora!
Durante un tiempo, cada cumpleaños recibí la felicitación de El Corte Inglés; fue dejar de ser cliente y se acabaron los parabienes; solo me querían por mi dinero.
Seré yo el fuereño, sí, pero, ¿Y qué?
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