¿Por qué las ganas de escribir me vienen generalmente los viernes? Siempre he tenido buena percepción de este día, y sólo en días así uno puede animarse a escribir. Un alivio, el inicio del fin de semana, la planificación de un after office, dejar las cosas laborales complicadas para el lunes y recordar todas las veces que la pasé bien los viernes.
Afuera, el jardinero podando el césped, el sonido de sus herramientas me distrae. Intento aprovechar la mañana para conectarme a clases virtuales de un nuevo idioma que estoy aprendiendo. También dedico un tiempo a buscar y comparar cursos, maestrías y diplomados; quiero elegir uno. Reviso cada tanto el Instagram de mi librería para ver si llegan mensajes de nuevos pedidos o nuevos seguidores o nuevos comentarios. Abro mi libro de turno, leo 5 o 10 páginas, tomo café, tomo agua.
Intento llenar un viernes donde ya no estás tú; donde ya no tenemos planeado un almuerzo, ir al karaoke o al cine o a una expo, ir a la cancha para verte jugar, ir por un trago. Un viernes más donde sólo es posible verte o leerte en redes sociales, saber cómo piensas, saber que si estás posteando algo estás bien.
Saber que estás bien me alegra y me basta. Ojalá pudiera estarlo yo también.


Una librera
El fin del mundo ya ha durado mucho/ y todo empeora/ pero no se acaba/ - José Emilio Pacheco.
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