Hay tantas nubes en el horizonte
que desordenan el atardecer
de este mayo que se aproxima,
un contorno de tristeza en el cielo,
el otoño susurra grandes acontecimientos,
la ciudad, el andén, su bullicio,
todas las verdades silenciadas,
la aglomeración de todas las soledades,
el cementerio de todos los olvidos,
la última parada de todos los principios.
El destino,
ese hilo conductor,
la insignificancia de uno en esta realidad alternativa,
las señales que pasamos por alto,
los besos que nos guardamos en el bolsillo,
los nombres que no preguntamos antes de irnos,
la estación que pasamos de largo,
las historias incompletas en la pared,
el retorcido final y no el que pretendíamos.
Ya no se puede confiar ni en la suerte.
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