De la piel cálida que forcé a liberar
no sé qué hice
Hoy sé del músculo. Le pusimos palabras
al espacio que contiene al vacío
al feroz que nunca fue feroz,
entonces dijimos débil.
No era inocencia o amor
eran mis yemas,
en cabellos sin dueño
Capaz fue el pibe que lloraba en
aquel patio techado de redes
nunca dije delirio pensé
en el escape
sostener algún brillo de luna
recordar los números de habitaciones y los tantos nombres de los ojos perdidos, fijos. memorizar versículos, días de reuniones, los sábados de pizza, el horario de llamadas
en etiquetar la vena, decir arteria! y que responda. que sepa ella sostener la tela y revolver las melodías en el aire, que le crezcan pies y dance en el vaivén de cuatro baldosas
que quiera quedarse quieta, atenta al retumbe de voces dentro de cuatro paredes.
Si le dije al animal: aprendé a quedar en libertad, rugí los secretos que matan. solo supo el muy tonto quedarse con labios sellados, besos sin deseo. aprendió a mirar fijo sin pensar el idioma de la vergüenza. morder sin masticar. supo de la ímpetu y que el significado de las palabras pesa más encerradas.
volví al presente, le pedí al final que no reanude el principio miré a la muerte a los ojos, dije: parí.
cuando privaron al débil de libertad, lo escogieron y le dieron nombre yo dije:
Si, creo
que poco importó
el sacrificio
un cuerpo flagelado
sí sólo cuando tocó creyó
no importa
qué diga
revuelva las sábanas
divise aclarar el cielo
porque llora mirando la ciudad
el campo extendido
le repite al espejo
no quería
nombres números o días,
no quería
miradas
quería el medio, el peso de la unión
sólo músculo y hueso
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