En mis primeros pasos doy,
me pisas las entrañas.
Como un vacío en el estómago,
te tragas todo anhelo.
Vistes de negro para oscurecer mi día,
como el genio de una lámpara perdida.
Dejas caer sobre mi espalda el peso de mis fracasos,
engañas a toda piel que abraza tu rechazo.
Con pluma y tinta fresca inventas un destino,
ahogándome en el mar de mis tristezas.
Salpicas lava ardiente
hasta rellenar mis grietas.
Oscuras y blandas son mis heridas,
de piel y corazón cubiertas de falsicia.
Deja de engañarte:
él te consumirá hasta convertirte en pergamino.
Quiero arrancarme la piel del engaño
con las campanadas de mi risa,
con la fuerza de mi compasión,
con el alma desnuda, libre y cesante.
Creo en la fuerza del cambio,
en la proximidad de los bastos,
junto al borde de mis abrazos,
traficando paz mental
en un mundo de amor sin brazos.

Alexander Verano
Aquí comparto mis versos como quien deja cartas sin remitente: esperando tocar el alma de quien los lea, o simplemente, escuchar el eco de mis propios sentimientos.
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