Escondo, como si se tratara de un perturbador secreto, lo que no se debería decir, blanco de posibles burlas, dudas o hasta críticas. Lo cierto es que, el anonimato que envuelve mi vida me está agotando.
He soñado tantas veces con huir a un lugar donde solo sea un ser más del montón, aunque dentro de mí todavía vive la necesidad de que me escuchen. Tal vez suene a un acto un tanto egocéntrico. No es que, lo que tenga que decir alcance, que sea suficiente como para que su atención recaiga sobre mí, de ninguna forma. Pero me gusta pensar que, en el fondo, mis palabras encuentran su lugar. No siempre, no en todos lados, pero están ahí, forjando su espacio.
Estoy cerca de animarme. Estoy cerca de cumplir uno de mis mayores cometidos: dejarme leer.
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