Un sábado que parece domingo

Un sábado que parece domingo.
Y una incertidumbre que se repite.

No sé cómo expresar lo que siento, no sé bien qué es lo que siento.
Dudas. Ansiedad. Miedo. Y algo que se le parece a la felicidad.
No sé a dónde voy y, a veces, no sé quién soy.
¿Estoy haciendo bien? ¿Estoy haciendo mal? ¿Estoy haciendo algo? ¿Qué estoy haciendo?
¿Por qué es tanta la incertidumbre?
¿Qué tengo que aprender de esto? ¿Qué tengo que aprender de vos que no haya aprendido ya?
¿Por qué es tan complicado?

Son tantas preguntas sin respuestas. Es, de nuevo, tanta la incertidumbre. Es tanta la ansiedad.
Es difícil identificar cómo me siento. Pienso mucho, siento mucho, y siento que cuesta más de lo que debería… más de lo que me merezco que cueste.

Quisiera no sentir tanto, no pensar tanto. Quisiera que fuese diferente para mí.
Pero es así, y debo hacer lo que puedo con lo que tengo, aunque lo que tenga sea tan poco, tan incierto…

Me siento atrapada en un ciclo que ya terminó hace rato.
En un trabajo al que ya no quiero ir, en una rutina que me cuesta, y en una relación que, sin empezar, ya llegó a su fin.
Ha pasado tanto desde que nada de esto funciona, y yo sigo acá, intentando sobrevivir con lo poco que tengo, con lo poco que me hace feliz.

Sueño con que esto sea solo un recuerdo y deje de ser mi presente.
Anhelo el día en que recuerde todo esto como una anécdota.
Y, a la vez, quiero que el tiempo deje de pasar…

Es tan incierto como difícil.