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un poquito de agonías ★

sky#66

Jul 5, 2025

126
Nuevo concurso literario en quaderno

no me duele el cuerpo porque ya no tengo cuerpo, pero duele y no hay otro verbo que lo exprese. aunque lo más cercano sería <despedazarse> por dentro. me observo desparramado sobre la tierra húmeda, extendido como una flor que creció solo para ser pisada, sin el fulgor que me pertenecía, hoy no vive en mi la voz que me daba sustancia. me veo tendido sobre ese lugar que elegimos juntos para ser, y ahora dejó de ser, no queda nada de lo que fui más allá de ese puñado de plumas apagadas, desordenadas, torcidas por el peso de las penas que cargo en el alma y me desordenan la misión celestial que un día vine a cumplir. ha comenzado a llover y las gotas caen con tristeza sobre mí, sobre todo lo que fuimos. llueve sin ruido, sin intención, sin fin, como ese llanto nocturno que a veces me hace despertar para descubrir que no hay nadie juntito de mi. ¿cuánto puede mojarse un ángel antes de desaparecer por completo? ¿qué parte de mí es la última en irse: la memoria, el perdón, el deseo? sigo aquí, viéndome morir, y no entiendo por qué nadie lo detiene.
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había calor entre nosotros. me llamaba “su angelito”, con una media sonrisa, con esas manos de fuego que no me quemaban. tenía ojos que decían mi nombre incluso cuando estaba en silencio. no hablábamos de lo alto ni de lo hondo, ni del cielo ni el infierno. compartíamos la cama, las migajas, la respiración. había una palabra suya que me hacía bajar las alas: era un susurro de amor. porque entre tanto pecado y tanta luz rota, hubo un instante en que creí que podía quedarme con él sin perderme. comíamos poco, pero comíamos juntos. me dejaba escribirle canciones con los dedos en la espalda, sin juzgar el temblor que me recorría el índice. pensaba que su piel era el primer lugar donde no debía fingir divinidad y siempre estuve seguro que su cuello era mi santuario. a veces él se reía y se me acomodaban las ganas de seguir en la tierra otro ratito aún si era ilógico. pero me quedaba y eso era todo.
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la noche nos envolvía a menudo con una dulzura que nadie más ha visto aquí en la tierra, ni en el cielo, mucho menos allá abajo. no preguntábamos si afuera nos buscaban, nunca hablábamos de antes: no queríamos saberlo. pero yo sí le contaba sobre los cantos que alguna vez había entonado y él me decía que le gustaban, aunque no entendía las palabras. se quedaba quieto mientras yo acariciaba sus cicatrices. tenía muchas. nunca le pedí que explicara ninguna porque también yo traía heridas que no sangraban. el amor que viví en él fue un paréntesis, una tregua breve, una hora suspendida entre las miles de guerras en el mundo. no nos salvamos, pero nos abrazamos. y eso, irónicamente, salvaba.
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ahora, entre la lluvia y la noche, me veo de lejos y no puedo llamarme. he dejado de tener existencia. todo se me ha ido. hasta el modo de pensar en él sin romperme. no queda más que el recuerdo de su espalda alejándose por última vez. se fue en la tarde y me dejó con la cena lista. no cerró la puerta. dejó mi abrigo doblada con cuidado, no hubo beso de despedida. sólo un vacío en el aire donde antes latía su risa. quise llamarlo, pero ya no estaba. esperé, lo juro. esperé hasta que mis huesos dolieron, hasta que las palabras dejaron de significar.
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y un día, simplemente, el cuerpo ya no resistió el abandono. se agrietó por dentro.
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sigo aquí o creo que sigo, viéndome sin verme. soy bruma desesperada, soy un ángel con alas rotas. me duelen los lugares donde él solía tocarme. me duelen las extremidades, aunque ya no las tenga. me duelen los gestos pequeños: el té, el pan, la forma en que me cubría los pies cuando dormía destapado. no era perfecto, no era bondadoso, no era santo. pero me miraba bonito. y eso me bastaba para elegirlo, para perder el cielo, para no temer la caída. ahora que no está, el frío no es un clima más: el frío es el lugar que ocupaba su cuerpo en la cama.
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la lluvia sigue. inunda los rincones donde alguna vez reímos. borra nuestras pisadas del sendero que lleva a la casa y dios parece llamarme para decirme que me falta tiempo. pero el tiempo ya me pasó por encima. no soy ya. no fui, o fui por un ratito. me cuesta decir que estoy muriendo. porque ya no sé qué parte de mí queda viva. cada gota que cae me lleva un poquito. mi nombre ya no tiene sonido. mi historia ya no tiene testigos. tal vez sólo quede un retazo mío tirado en el baño o una pluma escondida bajo el colchón. o nada.
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me pregunto si él piensa en mí. si al cerrar los ojos recuerda mi voz. si extraña mis oraciones susurradas al oído, aunque no creyera en ellas. si al ver una nube partida recuerda mis alas. y no sé por qué me importa tanto. no debería, ya no debería dolerme… pero duele. duele hasta en las partes que ya se disolvieron. soy un ángel sin forma, sin nombre, sin lugar. pero lo amo. no hay más. aún lo amo y no sé si eso es suficiente para querer vivir un tantito más.


sky

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