un pEdazo de paraíso perdido y una ternurA que resiste entre dos pequeñas Manos
Aug 18, 2025

Un corazón irregular moldeado con dos pequeñas manos
me hace creer que toda la ternura del mundo está contenida allí.
Una plaza con juegos de diversos colores
y una emoción que desborda al querer usarlos todos reiteradas veces,
repitiendo el mismo proceso una y otra vez hasta el cansancio
propio de un pequeño cuerpo que, sin palabras, pide descanso
luego de varias horas de saltos, trepadas y corridas
que resumen la experiencia de una infancia feliz en una pequeña plaza de un pequeño pueblo.
Podría acompañarla a repetir el tratamiento que le da a cada uno de los juegos,
las veces que me lo pida.
Mi cabeza jamás admitiría el mínimo esbozo de cansancio,
no cometería tal insolencia frente a un cuerpo desbordado de ganas de presenciar y sentir
tal emoción inocente, adornada en la sonrisa y en los ojos iluminados
de quien aún no conoce la hostilidad del mundo y sus complejidades.
Pero eso no importa justo ahí, en esa plaza.
Porque ella está jugando, frente a mí y conmigo.
Encomendándome, sin saberlo, un pedazo de paraíso. Aquel que perdemos a través de los años,
del que sólo quedan moléculas contenidas en la memoria.
Pidiéndome que la ayude a subir, a bajar y a columpiarse lo más alto posible.
Buscando el límite, indagando dónde se encuentra el mío cada que propone enojos y berrinches.
Sospecho que aún ignora que, cuando se trata de estar cerca de ella,no hay límite de paciencia que pueda vacilar ante desafío alguno que se presente.
Entendí que las necesidades propias de un adulto poco importan en esos momentos
cuando, con total entusiasmo, nace una demanda.
Porque cuando reclama una mirada, una palabra, una mano que la acompañe
sólo se trata de ella y su sonrisa, de seguirla juego tras juego para cuidarla.
Ayudarla a pararse cuando da un paso en falso y animarla
a que retome su deseo y actúe en consecuencia.
Y festejarla,
porque vuelve a empezar.
En ese momento todo el resto de las cosas carece de mi atención.
Sus ojos estupefactos descubren mis manos tatuadas
y enuncia un ‘‘Guau’’ mientras las acaricia y aprecia como nadie,
con la ternura de quien se encuentra aprehendiendo el mundo que la rodea,
dejándome sin palabras, agachada a su lado.
Haciéndome sentir la fortuna de estar frente a la persona más especial del mundo,
mirándola con total devoción y con una particular sonrisa
que desconocía ser capaz de esbozar.
Quién sabe. Quizá, sin advertirlo, la mantuve guardada todos estos años para este momento.
Para ella, para nuestros momentos.
Y ahora no puedo resistirme cuando sale a relucir en esos instantes
en los que con sus pequeños ojos, sus diminutas manos y su risa tan eufórica
me convence por completo de que la vida puede poseer un tipo de afabilidad
de la que no era conocedora,de la que creía imposible su existencia, debido a que nunca la encontré
ni en mis mejores sueños, ni en mis mejores fantasías.
No estaba en mis planes toparme con una presencia tan abrasadora,
que quema y consume hasta las más prominentes resistencias.
Aquellas que siempre consideré sumamente firmes y poco alterables en mi persona.
Pero no tuve en consideración que no aguantarían tanta ternura,
que se desplomarían ante ella y su capacidad de engañarlas,
hasta el punto de dejar de luchar contra lo que (creía) era imposible:
Conmoverme hasta las fibras más insignificantes del corazón. No asustarme ante tal magnitud de
alteración de mi sistema de creencias. Aferrarme a una oleada emocional que no esperaba pero que
apareció con ese fin y lo logró completamente, dejándome atónita ante su luz. Una luz capaz de abrigarme
de un pasado que aún me enfría las manos, como si del presente se tratase.
El primer día que la conocí le regalé alfajores.
Al despedirnos, me regaló algo que no esperaba en absoluto
pero deseaba con impaciencia que ocurriese.
Me concedió un par de sonrisas y un beso en la mejilla.
Me llevé el premio más grande esa tarde, me sentí ganadora por primera vez y para siempre.
A partir de aquel día, comenzaron a gestarse en mi cabeza miles de ilusiones a futuro.
Cada que se hacen presentes, provocan esa sonrisa tan reservada que tenía
y que ahora lo sé, le pertenece a ella.
Un corazón irregular hecho con dos pequeñas manos
Me hace confirmar, cada día un poco más
que la ternura aún existe.
Y que está allí, contenida en aquel pequeño ser humano que supo convertirse, sin siquiera quererlo o saberlo,
en mi ternura favorita.
Escrito 14/10/2024
Editado 10/8/25
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