Un pan al día.

70 por 30 nos da 2100.

Acabo de leer en una publicación cercana que el mantenimiento de cada preso cuesta setenta euros diarios.

Si se conviniera en una paga de vida para cada alguien, de setecientos euros, habría para tres personas con lo que se emplea en cada uno de los encarcelados.

Esa mínima paga evitaría mucha delincuencia; nunca será toda, pues para el mal hay muchas causas; ahí tienen a Rato o a Mario Conde o al mismo Juan Carlos de Borbón, pero creo que saldría rentable.

Teniendo en cuenta que todo el dinero de las pagas por vivir seguiría en el sistema (tiendas, bares, pagos de hipotecas, de electricidad), todo redundaría en beneficio de la sociedad. No se evade un ingreso pequeño, eso y el blanqueo es para grandes fraudes.

La pega es evidente:

Al empresario le gusta (porque entiende que le conviene) que haya mucho personal necesitado de un salario aunque este sea miserable, y, claro, alguien con un ingreso mínimo ya no es tan vulnerable como para aceptar cualquier mierda.

Que sería una sociedad de vagos, dicen. Como si no hubiera hoy froilanes. Pero, aceptando la premisa, prefiero vagos que esclavos.

Pero es que ...

Dios es facha.

Sí, Dios es más de derechas que Ana Rosa Quintana.

Por eso el mundo anda en tantos desafueros.

Por eso Israel hace lo que hace. Por eso existe un país/negocio como EEUU. Por eso Putin Trump. Por eso Aznar. Ayuso. Milei. Por eso Borrel es algo más que un Lázaro pregonero.

Dios tiene la Gracia de hacer que los reyes sean reyes, que Franco fuera caudillo, que una Iglesia asesina, inquisidora, hitleriana, pederasta, usurera, rica, sea seguida por los humildes y pobres del mundo.

Evidentemente, sí, a las pruebas me remito:

Dios es facha.

La disculpa.

No es Dios el culpable de tanto mal, es el hombre abducido por el Diablo.

No es el PP un partido corrupto, son batracios que saltan de charco en charco.

No es el programador televisivo el culpable de tanta basura, es lo que demanda la audiencia.

No es el capitalismo el culpable de tanta desigualdad, es el mercado, amigo.

No eres tú el culpable de nada. Es, evidentemente, el vecino.

Así, a cada mal se le encuentra, por el malvado o el cómplice, una disculpa adecuada.

No una solución.

Quizás no la haya.