A un mes de tu partida,
a un mes de la muerte del brillo
del planeta.
Ahora las flores bailan entre la vida
y la muerte,
sin decidirse a quién ofrecerle
su compañía.
Entre poemas,
donde escribo mi tristeza en
cada palabra escrita.
Desearía tenerte aquí nuevamente,
cuando los días no eran grises y
las noches no asfixiaban.
Cuando podía ver la luz del día y
pensar en la maravilla de cada minuto.
Cuando podía oír historias horas enteras,
para luego volver a oírlas nuevamente.
Actualmente,
no sé qué es lo que más extraño.
Tal vez tu manera tan maternal
de abrazarme,
o tus palabras que a veces no
controlaban el impulso de decir
lo que pensaba.
Ahora le rezo a la luna cada día
por volver a ver tu rostro en sueños.
Poder sentir el cariño en tus
brazos nuevamente.
Y lloro,
porque me siento sola,
intentando mantener el control
de mis lágrimas.
Porque me derrumbo,
y no sé cómo hacer las cosas sin vos.
Porque ahora que te fuiste,
la palabra pesa más.
Es más cierta, más real, más viva.
Porque ahora que pasa,
no sé cómo reaccionar.
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