Aquél que más daño me causó
ahora enamora a los demás
detrás de una máscara,
con palabras que alguna vez
usó conmigo como arma.
"No me siento merecedor
de tanto cariño" decía
y no lo era,
pero cegada por la luz que creí celestial
de igual manera lo amé.
Y ahora todos creen
que yo fui veneno
y él, pobre hombre enfermo.
Sé:
es más fácil creer en la locura femenina
que en la violencia del amor,
pero un hombre enamorado
fue lo más violento que conocí.
Mis palabras profetizan
detrás de una máscara
cualquier hombre es Dios
Y cualquier falso profeta
cuenta momentos
como verdades absolutas.
Pero la verdad jamás será contada
por quien sostuvo el puñal.
Al igual que Cassandra
mi voz fue silenciada
por alguien a quien creí
Dios del amor,
y como castigo
Él se encargó de destruir mi fama:
ahora nunca creerán lo que digo.
Él, quedará como enfermo recuperado
y yo seré veneno,
seré serpiente,
arrastrada por mi sexo al olvido, como todas mis antepasadas.
¿Pero cuando llegará
el castigo
para el profanador?
Para aquél
que se pasea por los pasillos
por las lenguas
por los ojos
con tanta impunidad.
Sé, con las alabanzas suficientes
cualquier Dios es inofensivo,
pero basta una palabra demás
o de menos
para desatar su ira.
Cassandra me susurra desde lejos
"¿Si hablo ahora,
quién me creería tanta violencia?"
Yo le respondo
"Me pregunto lo mismo".
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