Un espacio para habitar.
Jul 18, 2025
Todas las mañanas despierto con la mano alargada buscando entre las cosas de mi buro: mi télefono, para hacerlo dejar de sonar, es lo mismo cada día, pero hoy no. Hoy desperté minutos antes de que sonara y cancelé toda la lista programada. No hubo prisas a pesar de la rutina tan ajetreada a la que estoy acostumbrado, mi lengua se humedeció con el trago de agua escencial de mis mañanas. Abrí la vetana y miré las luces encendidas a mi alrededor, escuché cada sonido que se filtraba por mis oídos en esta ciudad tan fugaz; tomé un momento para ser, para cuestionar mis actividades de hoy y mi existencia en este día. Me permití escuchar las conversaciones ajenas a mi pasillo y el resonar de los coches que pasan a prisas mirando al techo, solo para encontrarme y darme cuenta que ya se me había hecho tarde.
Vuelvo a este día y ahora me encuentro bajo tablas de madera que he colocado sobre mí. El aire se cuela por las noches y no puedo evitar tratar de llorar aunque no salgan lágrimas, me pregunto si volveré a mi mañana rutinaria en la que me cuestionaba con racionalidad, tocan mi puerta, la cual se desmorona en un minuto, pues el cartón que la cubría se ha mojado por la lluvia de esta madrugada. Son dos policias, bien vestidos, limpios con un cigarro en la mano. Me han dicho que no puedo seguir viviendo en la interperie, que mi hogar no puede existir, pues estoy invadiendo con mis tablas el área de la gente que viene a ejercitarse o los niños que juegan por las tardes. Aunque dudo mucho que eso sea verdad, este sitio esta más que abandonado, nadie quiere habitar en la basura, en el rincón al cual todos llenan de cosas que ya no quieren. No veo el sentido para ser desalojado, es lo que trato de decirles pero mi lengua se enreda con mis dedos, no puedo decir palabra alguna a pesar de querer decir más que un necesito ayuda.
Me he vuelto torpe, mis pasos son lentos y mis ojos ni siquiera mantienen una mirada fija. No sé cuanto tiempo llevo viviendo aquí, la noción del tiempo ha desaparecido por completo, y al encontrarme sin otro espacio para habitar me llevo la mano al bolsillo, lo encontré, aquí siempre ha estado mi hogar. Un polvo dulce y suave que me hace querer vivir una vez más, sé que los policias saben mi condición y que no haran nada con alguien inestable, más que despojarlo de esta casa provicional armada con solo pedazos de lo que encontré en la basura. Antes de llevarme a la nariz lo último que me queda en las uñas vuelvo a tener la capacidad de preguntarme, ¿quién fuí?¿alguien habrá notado que no tengo un espacio para habitar?
Caigo sobre la acera del pavimento frío y te veo pasar, ¿me recordarás?
Dudo mucho este interés propio, ni siquiera yo me recuerdo. Podría decir que perdí todo, que me volví loco y no pude controlarlo, pero no lo recuerdo. Tal vez perdí a mis papás, te perdí a ti, perdí el trabajo, perdí a nuetro bebé, perdí pero no sé que. En mi mente se cruza algo más importante en que pensar, ya no en el pasado, si no en quién me enterrará. La sangre de mi cabeza empieza a inundar mi rostro y solo veo como los policias dejan de desarmar mi casa para llamar a una ambulancia. Cierro los ojos.

Karla Herrera
Me gusta navegar en mis emociones a través de las palabras, escribo por qué vivo y no hay nada que disfrute más que capturar todo en letras.
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