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Un domingo lleno de melancolia

aylu

Nov 11, 2024

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Un domingo lleno de melancolia
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La abuela ya no me despierta calentándome la ropa en la estufa en invierno. Sus manos, siempre tan cálidas, me dejaban lista para enfrentar el frío de la mañana, un gesto que ahora se siente tan lejano como aquellos inviernos en los que su amor era el primer abrigo del día. Ya no almuerzo viendo El Zorro, ese momento tan sencillo y feliz que anunciaba la pausa antes de ir a la primaria. Ahi donde mis preocupaciones eran apenas detalles: olvidarme de hacer la tarea, o esperar ansiosa el timbre del recreo.

Ya no llego del cole esperando ver la chocolatada lista. Antes, el mundo parecía detenerse en esos instantes en los que, con la merienda en la mano, veía Violetta en la tele. Los problemas parecían no existir más allá de esas melodías y de los dramas inocentes que se resolvían siempre con una canción. Ya no sueño con esas navidades donde la espera por las 12 era el momento más importante del año. Mis ojos brillaban, expectantes, imaginando a Papá Noel trayendo los regalos con un saco lleno de ilusiones. Pero ya no creo en Papá Noel, y me duele un poco admitirlo. Me di cuenta de que la magia de esas noches no estaba solo en los regalos, sino en esa inocencia que se fue.

Las épocas navideñas ya no traen la emoción de los clásicos de Disney en la tele. Era como si cada diciembre el mundo se volviera más luminoso, más lleno de sueños, de esas historias que te transportaban a un lugar donde siempre había un final feliz. Ahora, las luces del arbolito se prenden, pero ya no ilumina igual.

La nostalgia me envuelve, porque ya no soy una nena. Esos días, donde mi mayor deseo era abrir los regalos o ver un nuevo capítulo de mi serie favorita, quedaron atrás. Y aunque el tiempo me empuje par delante, una parte de mí sigue anhelando volver a ser esa nena, que encontraba en cada pequeño gesto, en cada rutina cotidiana, un rincón de felicidad. Ahora, todo es un recuerdo, una melancolía dulce que llevo conmigo, una añoranza que parece eterna, porque esos momentos fueron mi refugio, mi mundo, y aunque ya no estoy ahí, nunca dejo de extrañarlos.

aylu

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