El tiempo no cura nada, pero hay que reconocer que somos emocionalmente tiempo-dependientes. A veces cambiar la perspectiva no es algo que dependa únicamente de nosotros, es ingenuo pensar que tenemos control o dominio de todo lo que nos sucede, sentimos o vemos. Para mirar desde otra óptica ocasionalmente precisamos que algo o alguien nos cambie de lugar, porque hay situaciones que nos dejan inválidos.
Al depender no queda otra que esperar, que ese algo o alguien suceda y cambie el lente por el cual estamos viendo el mundo. Porque es así, el color del lente solo se percibe al sacarlo y mientras no lo conocemos no hace ningún sentido pensar en cambiarlo.
Curar lleva tiempo indefinido, y a su respecto se puede hacer mucho y poco a la vez.
Hoy miré las cosas con calma, me cambiaron el lente y algunas cosas volvieron a hacer sentido. Ya puedo charlar con la gente sobre los colores de las cosas sin rastro alguno de mi daltonismo depresivo.
Que engañoso es mirar, de todas las cosas sólo vemos su color reflejado pero nada de lo que absorbe. Analizándolo de manera objetiva vemos únicamente lo que no es, lo que no absorbe, lo que repele. Sin embargo somos lo que absorbemos, de eso nos constituimos y reflejamos lo que no entra, es decir, somos lo contrario a lo que se deja ver. Después de esto ver y ser ya suenan como antónimos. Parecería que para ver la realidad de los seres deberíamos mandar los negativos de nuestro rollo fotográfico a revelar. ¡Y hace cuanto tiempo no lo hago! Que película me comí.

Lucía
Me animé a publicar cuando leí que escribir, publicar y que te lean es la combinación salvadora. Uruguaya.
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