un corazón añejado
se desliza entre mis dedos
cercenandose, abriendose
cómo cuerpos de agua
ante el sediento
que se muere frente a ellos
como me muero yo
cuando no me despierto al lado
de tu cuerpo y el agua
que no tomamos
ni tu agua ni la mía
deshidratados
de verdades
explotando en lugares
que no nos encuentran
como tampoco lo hacen
los días con sus pares
cuando la sacerdotisa
que nunca me quiso leer
mí destino y mí suerte
se escabulle por la ciudad
que nos iluminaba
en sus ojos escarlatas
como esos mismos
que deshicieron mis lamentos
frente a ese río enjaulado
que cruzamos tantas veces
cómo miradas
esperando espejismos
duelo las flores que no pudimos
ver florecer
cómo esa orquídea y ese sándalo
que no quema mas que mi piel
cuando me pierdo tus rituales
pero creo los míos, para esperar
por los nuestros o tal vez
por nada más
que por el recuerdo
me planteo así
las distancias de la caída
y lo que costará el entierro
pero es entonces que perdiendo
encuentro en mis rumbos
detalles que me dicen
que esa estrella se cruzó
por este baldío
llenándome de flores
de besos, de poemas
de canciones
ahora por tanto limito mis respiros
para ella
contando los días que no vienen
y buscando la luna
cuando me escapa la luz
que me entra por la ventana
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