...
Abisales.
De donde sale todo lo que escribo, hay un océano subterráneo, oscuro, profundo y quedo. A cubos podría sacar y no acabaría nunca. Siempre agua fresca; a veces salada, a veces dulce. También amarga, triste, desesperada, circunspecta.
El agua de ese manantial inagotable es torrente de queja por el humano hacer. Es un sinfín de personajes que viven situaciones infinitas en lugares múltiples. Es agua poesía. Es agua prosa. Rosa y a veces risa.
Si yo quisiera y pudiera, no pararía de tirar de la cuerda que enhebrada en la garrucha eleva el barrilete que asciende ese líquido desde lo oculto hasta estas superficies evidentes. Y saciar así mi empeño y la sed que pueda alguien tener de algo de esto.
Pero nadie puede tragar más de una limitada cantidad y nunca es bueno el hartazgo.
Así, bien está esa mar océana en ese oscuro fondo. Tranquila. Un cántaro de vez en cuando.
Y saber que mientras yo sepa el camino, no me faltará un trago.
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