...
Nevaluvio.
Hay cosas que no tienen nombre, aunque sean algo posible.
Me resulta extraño que no se haya bautizado nunca a una tormenta nieve mundial, duradera, implacable.
De ser posible un diluvio, ¿Por qué no un nevaluvio?
El corrector marca en rojo esa palabra recién nacida, como si fuera peligrosa, prohibida, mala. Sí, todo lo que es algo de eso, va siempre marcado en rojo. El rojo es el color del diablo.
Quisiera ahora que fuera necesaria la palabra, que se hiciera y habitara entre nosotros. Y así, el fin de los días. Para la nieve no hay arca que valga.
Toda la Tierra, con sus continentes, y sus aguas, cubierta de la belleza blanca. Muerte en calma.
Cuando nieva hay un silencio enorme que me agrada. Así toda la Tierra. Silenciosa. Callada.
Y cuando ya no quedara ninguna vida humana, que escampara.
El sol derritiendo la nieve. Ríos, aludes, cascadas. La belleza desmesurada.
Y un nuevo comienzo.
La Tierra lo merece. La Tierra no merece esto de ahora.
La Tierra, solo ella, debería ser sagrada.
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