Un beso qué conduce a la rabia.

I

Un pequeño beso en la mejilla y apúrate a partir.

Soñamos que nos amamos, pero cuando nos tenemos, nos odiamos.

Acércate en un sendero poco transitado,

Espera a que todas las cosas canten nuestra conexión.

Acércate, y como un eclipse que dura unos minutos,

bésame

y vete

antes de que llegue la rabia.

Eterna melancolía de quienes se aman y cuando se tienen, se odian.

¿Por qué aprovechar cuando nadie voltea para besarnos?

Sueña hoy conmigo,

quizá en sueños no peleamos,

y quizá en otro universo

la rabia sueña con poseernos

y no nosotros con quitarnos esa maldición.

Bésame en un capricho,

bésame en un arranque,

bésame en un pasillo,

bésame en una tarde,

bésame en un eclipse,

bésame en otra vida,

otra vida,

una donde no tengamos miedo de quedarnos juntos,

antes de tener que odiarnos.

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II

Déjame rozarte como el viento que se va,

Sostenme en una respiración,

aguántame hasta que sientas desesperación,

solo en ese momento te permito soltarme,

alejarme y esperar a otro momento, a otra circunstancia, a otra vida,

en la que tú no esperes tener qué esperar para amarme.

un beso furtivo, apenas un suspiro

en este pasillo donde el eco guarda

las promesas que no supimos cumplir.

Ven, que el deseo nos encuentra a la mitad,

y en cada eclipse corto que nos abarca

se desvanece el miedo a quedarnos,

como si amar fuera siempre partir,

y el mar se tratara de partirlo por amor.

Besémonos en las horas que no existen,

en otra vida, en otra piel,

donde la rabia no nos alcance

y podamos, por fin, no huir.

O por lo menos.

Huir juntos...