Subirte al auto,
irte hasta San Pedro desganado,
a veces es un regalo.
Charlo todo el viaje con mi viejo;
la sinceridad ante todo,
como gritando pero en voz baja,
y el mate frío, anodino...
nunca falta.
La tarde es un nene que sueña
con jugar al fútbol
y la noche es un placer que se espereza
en la ruta y todo lo envuelve.
La música nos devuelve un pasado en la risa
y nos riega la voz con su vieja mirada.
Todo de repente te acaricia.
Los momentos vividos, liquidados,
arrendan nuestras mentes por ese tiempo,
luego nuestros cuerpos envejecen
en su futura impronta.
Mi viejo sueña en vilo con un barco inglés
y yo de repente pienso como en un viaje largo.
El ahora es un regalo
y nada más.
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