UN ADELANTO DE MI SEGUNDO LIBRO O ENTRADAS DEL DIARIO ÍNTIMO DE UNA DESQUICIADA HOLLYWOODENSE

I

He regresado, absolutamente de ningún lado

Te diré la verdad, he regresado 

de Waco, Texas, donde en los años noventa 

un culto del apocalipsis

tuvo un enfrentamiento armado 

con el Federal Burocreacy of Investigation,
culminando con varios muertos.

De ahí vengo, 

soy la conciencia enzarzada en la muerte pétrea,

siempre pensando en esa muerte perenne e intensa

mi corazón no es un músculo, es un cáncer,

su impronta ansiosa, su latir angustiante

hacen al rugir de la panza un trueno insolente,

un trueno triunfante.

Extraño morirme de hambre,

sentir mis huesos doloridos, queriendo punzar mi piel

al sentarme en las sillas, en los pupitres, incluso en los sillones, 

muerta de frío acovachada entre almohadones.

II

Pido, oh, Dios, ¡un alud, eso pido!

¡Pido la cabeza de Jesús en un palo,

su cuerpo crucificado, petrificado y putrefacto,

por siempre a mi lado!

Soy producto de mil desmayos, 

soponcios, sofocos, soy un gran desmayo

y me desarmo, loza por loza,
columna por columna, me deshago.

Me desahogo llorando

¡El alud, eso es lo que quiero,

un alud de mil ángeles que también estén llorando,

ángeles que me vean a mí y se rompan en llanto!

III

Llueve en todas partes
a veces más, a veces menos, 

pero siempre, siempre en todas partes

Qué flagelo,

comprometida ruego por una respuesta a esto,

guardando esperanzas de que me digan que no fue un incendio provocado
así puedo tener al seguro de mi lado.

En otra vida no fui poetisa, tampoco estaba loca, 

vivía entre estrellas y polvo en forma de motas.

IV

Mi sueño dorado pero putrefacto:

que el mundo me ame y yo pueda rechazarlo

sin tanta duda ni preámbulo,

¡y es que siempre estoy arrancando

los pétalos de las flores, jamás decidiendo ni tampoco intentando!

No se puede jugar al 

me quiere no me quiere 

pensando en Dios y no en tonterías del primario

Dios,  ¿por qué no me amás, 

por qué no recorrés mi garganta pidiéndome hablar?

¿Por qué me has dado estas llagas que no sanan, que sangre manan?

¡Quiero arrastrarte conmigo al averno

y que nos olviden a los dos por igual!

Más veces he visto al Diablo de lo que he visto tu agarre, tu alcance

o tu intensidad, tu luz, el fuego del Espíritu Santo jamás haciendo algo más que desastres

(lo quiero no lo quiero)

¡Sos la astilla en mi carne! ¡La tempestad llevándose a los amantes! 

V

La eternidad nunca será candente

y jamás podrá pertenecer a los humanos, que perecen.

Los avistamientos sobrenaturales son la imaginación  

bifurcándose y anidándose en el oleaje negro.

La nocturnidad, la calle, igual que el oleaje negro,

se disponen a la eternidad y la sueñan candente,

pero se disipan cuando el perro muere

o cuando el asfalto de la calle se abre y se vuelve sepelio.

Me distancio, lastimándome con el dedal puesto,

y pido por consonantes y vocales que atraviesen, minúsculos, el ojo de la aguja

y rezo que el filo perfore mi cuerpo, que llene de sangre toda cosa que toque mis dedos.