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    UN ACTO DE REBELDIA

    May 9, 2025

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    UN ACTO DE REBELDIA
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    Mis sombras:

    Siempre tuve el arquetipo de ser una persona sensible. Es algo muy bello, la verdad.

    Detenerse un instante a ver el panorama, observar las nubes, las caricias del sol, el perfume de las flores y las tormentas que desatan huracanes en el interior.

    Como dije, es algo muy bello, pero también muy difícil de sostener.

    La autenticidad, en este mundo, es algo surreal, algo frágil, algo infantil…

    Y viene acompañada por una cantidad sin fin de críticas por no seguir a la manada de lobos.

    Pero, paradójicamente, desde mi postura, ser auténtico es un tipo de arte. Uno que no solo se expresa hacia afuera, sino también hacia adentro; un arte íntimo, silencioso, que en cada introspección pinta un poco más de acuarelas nuestro Picasso interior.

    Hoy estoy en lucha con eso.

    Hoy me tocó esta dualidad muy de cerca, y la nombro, metafóricamente, así:

    “El arte de la guerra es la paz.”

    Y ese arte me llevó a sufrir muchísimo.

    Porque el arte del que hablo, el de la empatía profunda; lleva a entender al otro desde una postura tan dolorosa que te quita la piel.

    Esto implica dejar de lado nuestras propias experiencias, valores o creencias, con la misión de comprender el proceso del otro.

    Eso me pasó, justamente: dejé mi misión de lado para acercarme un poco más a las cicatrices de esta persona, con tal valentía de cuidarlas y acompañarlas… que sinceramente produce miedo.

    Esto me llenó de huecos.

    No por los disparos de esta persona, sino por las tinieblas y espinas que resguardaban sus heridas.

    Lo que entiendo hoy es diferente. Y de eso quiero hablar un poco más:

    Hoy estoy hecho pedazos, sinceramente, y aprendiendo a vivir la vida con otro equilibrio, con otras ideas y, por lo tanto, con nuevos destinos.

    Mucha enseñanza en este tiempo.

    Mucha escucha de colores… y poca sinfonía de mis labios.

    Hoy estoy sanando.

    Dejando de lado el rencor con el que habité tanto tiempo la vida.

    Aprendiendo a entender que, realmente, esta persona que me dañó no era una mala persona.

    Era alguien con otra visión de la vida, con otras heridas, con otros valores con los que no coincido. Y eso está bien, para los dos.

    Hoy quemo los barcos.

    Rompí el círculo.

    Dejé de lado mi etnocentrismo para poder entender, no solo a los otros con sus heridas… sino también a las mías.

    Porque mis heridas también son cualidades.

    También son parte de mi valor como persona.

    Y hoy, al fin, las valoro muchísimo.

    Aceptando por fin mi lado sensible,

    mis colores amarillos,

    y mi mirada de búho perspicaz.

    Hoy gané.

    No incliné la cabeza ante el lobo.

    Simplemente lo observé…

    y decidí dejarlo a un lado.

    Matias Cadelago

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