En la tarde de otoño camine un sendero de despojo, rompiendo mi cabeza con recuerdos de personas que me hicieron mal de ojo.
Me consuelan con palabras que en mi diccionario nunca hacen ruido en mis escritas, tampoco hay manera de usarlas porque soy un poeta enterrado en la cripta.
Los te quiero, los te amo y los abrazos no hacen sentido por los arrepentidos en mi vida, hagan una mega ofrenda con dedicatoria a mi melancolía fría.
Los fantasmas de mi cuarto penetran en mis sueños lo descansos diarios, sus malditas voces me mencionan como me han destruido con traiciones y puñetazos.
Las amistades se van desvaneciendo conforme pasan los años, los amores de mi vida se han largado por algo que dije y me quedo con el amor en manos.
A la muerte yo le pido que me tenga paciencia y se vista cuan catrina, que la invito a bailar un último baile en la cantina con tequila y cerveza fría.
Si la noche termina y no consigo nada, a la calaca le entrego mi amistad y el amor de lleno, pues en vida nadie valoro lo que ofrecí para que ella me dé descanso eterno.
Este poema tiene dedicatoria a esas amistades que se quedaron en el camino, las que siguen deberían prepararse para acompañarlas por abandonarme como ellos.
Este poema tiene dedicatoria a los amores que se extinguieron en el camino, a la nueva que llegue a mi vida le pido apresurarse porque no le hallo sentido a esto y creo que mi alma ya no lo necesita.
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