Tus ojos.
Esta mirada café.
Que miro y es la tarde,
el café que me despierta,
la tierra que me ancla.
Tus ojos.
Cuando me ven,
se detiene el tiempo.
El mundo se calla.
Y mi corazón, que latía,
se paraliza,
y de pronto,
corre,
acelerado,
como si el amor fuera un escape.
Y son tus ojos
los que me persiguen.
En cada esquina,
en cada sombra,
en la luz más tenue.
Siempre tus ojos,
café,
profundos,
que no me dejan ir.
Y me mirás.
Solo me mirás.
Y soy débil.
Me desarmo.
Me rindo sin batalla.
Porque en esa dulzura café,
en ese abismo tibio,
me pierdo y me encuentro.
Y ya no quiero ser más
que este que te mira,
este que te ama,
este que no puede dejar
de pensar en tus ojos,
en vos,
siempre vos.

peregrino
Desde la herida, la palabra. Poesía como un hueso astillado, películas, fantasmas en celuloide, música, un nudo en la garganta. Existir es este temblor.
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