Aquí están tus cosas. No sé si las extrañaste, si las diste por perdidas o si simplemente preferiste no pedírmelas. Las tuve conmigo más tiempo del que debía, más tiempo del que era lógico, pero es que despedirse nunca es fácil. Soltar no es simplemente dejar ir algo de un día para otro, es un proceso silencioso, lleno de pausas, de momentos en los que crees que ya has avanzado y luego llega un recuerdo, una canción o un olor que te hacen descubrir que aún te queda un poco más por recorrer.
También está el libro que te escribí para tu cumpleaños. No sé si lo leerás. Tal vez lo guardes, tal vez lo dejes en algún rincón o incluso lo olvides con el tiempo. Pero ahí está. Y aunque nunca lo abras, aunque decidas que algunas cosas es mejor dejarlas intactas, quiero que sepas que ese libro no se va. Es tuyo, como lo fue todo lo que escribí en él, como lo fueron todas esas palabras que alguna vez fueron solo para ti. No importa si un día lo pierdes o si decides no mirarlo nunca más, lo que escribí ahí existió, y existió porque te amé.
No sé bien qué decirte en este punto. No sé si las despedidas tienen palabras correctas o si cualquier cosa que diga sonará a cliché. Pero si algo quiero que sepas, es que yo de verdad quise que esto funcionara. Quise que nuestro amor fuera más grande que el dolor, quise que el perdón llegara, quise que todas esas promesas que hicimos en días felices se cumplieran. Pero como muchas veces te lo dije, no siempre querer es suficiente.
Me duele aceptar que no pudimos. Que aunque intentamos volver a construirnos, algo se rompió para siempre. Yo no supe cómo tratarte después de que ella se involucrara en nuestras vidas, y tú no supiste cómo moverte en un espacio donde mi amor ya no era el mismo. Nos hicimos daño sin quererlo, no porque no nos amáramos, sino porque a veces el amor no basta cuando hay algo en el medio que no se puede borrar.
No sabes cuántas veces me pregunté si en otro tiempo, en otro lugar, en otra versión de nosotros, esto habría sido distinto. Si podríamos haber coincidido sin errores, sin heridas, sin miedo. Si podríamos haber sido la excepción, la historia que sobrevive a todo. Pero el tiempo no da segundas oportunidades, solo nos enseña que hay cosas que no están destinadas a ser.
Aun así, quiero que sepas que te amo. No como antes, porque el amor cambia cuando se ve obligado a hacerlo, pero aún así, te amo. No desde la necesidad, no desde el deseo de regresar, sino desde el cariño que no se borra, desde la certeza de que, aunque esto terminó, lo que vivimos fue real y fue hermoso mientras duró.
Quiero que seas feliz. No lo digo por decirlo, de verdad lo deseo. Quiero que encuentres lo que sea que estés buscando, que sigas creciendo, que sigas logrando cada una de las cosas que soñaste. Que te conviertas en todo lo que alguna vez dijiste que serías. Y aunque ya no esté ahí para verte de cerca, aunque ya no pueda celebrar contigo tus triunfos, siempre estaré orgullosa de ti.
Desde lejos, te aplaudiré.
Desde lejos, seguiré creyendo en ti.
Desde lejos, me quedaré con lo bueno.
Y aunque cierre esta puerta, aunque me despida hoy con palabras en lugar de con un abrazo, siempre guardaré en mi corazón lo bonito que fue amarte.
Adiós, ojos tristes.
Siempre tuya, Alba.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión