Entre frustraciones y el alma despedazada por el constante sentir que me abruma, que podría definirse tal cual como un sabor amargo en el paladar. Colapso entre decepciones que atraviesan mi corazón de forma constante y sin igual, cegada por las ilusiones que yo misma creé. Pareciera una lucha silenciosa entre los recuerdos que aún no logro distinguir si fueron reales o si los bordé hilo por hilo por mi cuenta para sentirme menos sola.
Y en ese abismo interior, cada instante pesa como una losa invisible que se posa sobre mis hombros, aplastando cualquier destello de esperanza. La realidad se desdibuja, y me encuentro atrapada en una maraña de emociones que no puedo ordenar, una tormenta que no cesa y que desgarra la piel de mi alma. No hay refugio, no hay pausa, sólo un perpetuo eco de ausencias y promesas rotas.
Me siento como en una hoja en blanco, es inexplicable, y la rabia se enreda entre mis dedos ante la falta de palabras que se consumen ante cada tecla presionada, me borro al igual que mi mente que ya no logra expandirse más de la cuenta. Por más que implore no logro obtener lo que tanto busco, por tanto, mantengo mis esperanzas en un plano inexistente.
Por otro lado me nublo por las decisiones que he tomado y las que siguen en espera, no estando segura en cómo continuar este camino tan complejo y lleno de pruebas que me arrebatan los sueños.

Lyn.
Allí, en ese rincón olvidado de mi alma, se enredan las dudas y las nostalgias, formando un nudo oscuro que aprieta mi pecho y ahoga cualquier intento de alivio.
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